viernes, 30 de enero de 2009

Se revela el secreto

- ¿Qué vas a hacer? - me preguntó Lia más tarde, mientras salíamos de la escuela.
- No sé - respondí -. No tengo idea. Becca todavía no superó lo del sábado. Lo único que falta es esto.
- ¿Jade habrá hablado con ella?
- No lo creo. Bec estuvo con nosotras todo el almuerzo y su mamá la retiró temprano de la escuela para llevarla al dentista, de modo que no creo que Jade haya podido decirle nada. A Zoom, no lo sé.
A la salida de la escuela, había montones de automóviles y padres que bloqueaban el paso, pero no habían venido a recoger a Lia, de modo que me acompañó a la parada del autobús. En la hilera de vehículos que esperaban para salir del camino, divisé a Jade y Mac en el asiento trasero del viejo Daimler de su madre. Jade estaba ahablando por su teléfono. Maldición, pensé. ¿Con quién estará hablando? ¿Con Zoom, con Becca, o estará poniendo un anuncio en el periódico local? No me habría extrañado en ella. " Cat Kennedy descubierta en escándalo amoroso en la playa de Cawsand. "
- ¿Qué crees que debo hacer, Lia?
- Dos cosas. Debes hablar con Zoom y Bec antes de que lo haga Jade. Gánale de mano. Y en segundo lugar, creo que debes pensar muy seriamente qué es lo que quieres.
- Eso, es obvio, ¿no? No quiero perder a mis dos mejores amigos. Y que piensen que ya no pueden volver a confiar en mí.
- No me refería a eso - dijo Lia -. Me refería a lo que quieres tú. Tú, Cat Kennedy.
- En este momento, lo que yo quiero no es importante.
- Exactamente - dijo Lia, y luego quedó callada unos minutos como si estuviera pensando qué decir luego -. Sé que no hace tanto que nos conocemos, Cat, así que dime si te parece que me estoy metiendo en tu vida ... pero de esto quería hablarte. Es que parece que siempre te pones al final de la lista.
- ¿A qué te refieres?
- No digo que esté mal; de hecho, me agrada que pienses en los demás y en lo que les pasa. Pero tengo la impresión de que, al hacerlo te has perdido por el camino. Como que piensas que tú no importas y todos los demás, sí. Es decir, ¿quién toma en cuenta lo que sientes tí? ¿Lo que tú quieres o necesitas?
Con gran sorpresa, sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas.
- Dios mío, lo siento - dijo Lia -. Ya metí la pata. Cat, no quise hacerte ... cielos ... quiero decir ... lo que quise decir es ... que estás atascada en una relación que ya no avanza. Quieres un cambio, pero no quieres lastimar a Zoom, y por eso no le has dicho nada. Te gusta Ollie, pero no quieres lastimar a Becca, entonces otra vez sacrificas tus sentimientos para que todos los demás la pasaen bien. Yo ... creo que a veces deberías pensar en ser fiel a lo que tú sientes en lugar de tratar de proteger tanto a los demás.
Lia tenía razón. Había estado tan concentrada pensando en cómo tomarían los demás la verdad que ni siquiera había pensado en ser fiel a mí misma. Parpadeé para contener las lágrimas que amenazaban derramarse por mis mejillas.
- Deben ser mir hormonas - bromeé, enjugándome los ojos.
- Lo único que intentaba decirte, Cat, es que tú también importas. Te pasas la vida tratando de mantener la paz y de que todo el mundo esté bien, pero siempre a costa de ti misma.
Sentí que mis ojos volvían a llenarse de lágrimas.
- Lo siento. Lo siento. No seas buena conmigo, no seas buena conmigo - dije, cubriéndome la cara con las manos.
Lia puso la mano sobre mi hombro.
- Pero claro que voy a ser buena contigo, Cat. Has sido una gran amiga desde que llegué aquí. Y las amigas se cuidan.
En ese momento, sonó la bocina de un Mercedes plateado y Meena saludó desde el asiento del conductor.
- Me vienen a buscar - dijo Lia -. ¿Quieres que te llevemos? Me sentiría muy mal dejándote así.
Meneé la cabeza.
- El autobús llegará enseguida. En serio. Ve tú.
Lo cierto era que quería tener tiempo para pensar en lo que me había dicho Lia y resolver qué les diría a Bec y a Zoom antes de que Jade pudiera hablarles.

Cuando llegué a casa, tomé el teléfono inalámbrico del vestíbulo y corrí a mi cuarto. Emma había acomodado todas sus muñecas en la cama de abajo y les daba de comer bizcochos digestivos.
- No, Emma - protesté -, hay migas por todas partes. ¿No puedes jugar a eso abajo?
- Ahí están Luke y Joe - respondió, tratando de alimentar por la fuerza a una de las muñecas -. Abre la boca, muñeca mala. - Como la muñeca se negaba a comer, le sacó la cabeza, le metió el bizcochuelo en el cuerpo y volvió a ponerle la cabeza -. Ahora sí, buena niña, ahora tienes la barriga llena.
- No puedes hacer eso, Emma - dije, riendo a pesar de mi desdicha -. No te gustaría que te lo hicieran a ti.
- No. Pero a mí no se me sale la cabeza - replicó, muy seria -. Joe trató de sacármela, pero está pegada.
- Mira, Em, necesito el cuarto un momento - le dije.
- Es mi cuarto también - respondió.
- Pero necesito privacidad. Quiero hablar por teléfono.
- No importa. Yo no diré nada.
- Emma, por favoooooor.
- Entonces usa el cuarto de Luke y Joe, que están mirando la tele - insistió Emma.
Qué no daría por tener mi propio cuarto, pensé por enésima vez, mientras entraba a la habitación de los chicos.
Joe no estaba abajo sino haciendo su tarea escolar en el suelo, de modo que tampoco podía tener una conversación privada allí. Di media vuelta y me dirigi al baño.
- ¿Qué hay después del espacio, Cat? - preguntó Joe mientras yo cerraba la puerta del baño con llave.
- Más espacio - le respondí. Puse un par de toallas en la bañera, me metí y marqué el número de Becca.
Lllamaron a la puerta.
- ¿Qué hay después de más espacio? - preguntó la voz de Joe -. ¿Al final del universo?
- No lo sé. Vete ... oh, hola, no tú, Becca. Habla Cat.
- ¿Ajá? - respondió una voz somnolienta.
- ¿Estás bien? ¿Cómo te fue con el dentista? ¿Mal?
- No. Sólo tengo la boca un poco dormida.
- Bueno, qué suerte - dije -, porque necesito decirte algo. Lo único que tienes que hacer es escuchar. Es sobre Jade. ¿Te acuerdas de aquella vez en Cawsand con Ollie ...
- Ya lo sé todo - interrumpió Becca -. Ya me llamó ...
Mi corazón empezó a acelerarse.
- ¿Ya ...?
- Sí. Sigue tratando de sembrar cizaña - continuó Becca -. Es una falsa.
- ¿Qué te dijo?
- Que estuviste con Ollie en la playa de Cawsand hace unas semanas.
- Y ¿qué le contestaste?
- Que ya lo sabía. Ja. Le tapé la boca. Ella creía que era un gran secreto o algo así, y que me iba a escandalizar mucho. Le dije que se metiera en sus cosas y que yo ya lo sabía porque tú me lo habías dicho. Pero no le dije que estabas hablando con Ollie por hacerme un favor.
- ¿Eso es todo lo que te dijo?
- Sí.
Suspiré, aliviada. De modo que ahora Jade pensaba que Becca lo sabía todo y por eso no había mencionado que yo era la chica a quien Ollie había besado. Qúe alivio. Pero tal vez sería mejor contarle el resto y esperar que no me odiara para siempre. Al menos la verdad a medias, que era mi nueva manera de resolver las cosas.
- ¿Becca?
- ¿Sí?
- Acerca de Ollie. Siento que no fui del todo sincera contigo porque, en realidad, eh, si me parece atractivo.
- Claro - dijo Becca -. Tendrías que ser ciega o estúpida para que no fuera así. No estarás diciendo que estás atrás de él, ¿no?
Era hora de aclarar las cosas. Respiré hondo y me lancé.
- No, Becca. Tú lo viste primero y yo jamás ...
- Espera, Cat, llaman por la otra línea. Te llamo en un momento ...
Me incorporé en la bañera y decidí ordenar los frascos de champú y otras cosas mientras esperaba. Luke, Joe y Emma siempre dejan todos los frascos destapados. Eso me vuelve loca. Y nunca dejan el jabón en su bandeja, entonces se ablanda. Grrr.
Estaba enjuagando el pato de plástico de Em cuando Becca volvió a llamar.
- ¿Sabías esto? - preguntó, con tono urgente.
- ¿Qué cosa, Bec? ¿Si sabía qué?
Al principio no dijo nada pero, siendo Becca, no pudo contenerse por mucho tiempo.
- No puedo creerlo ... - dijo.
- ¿Qué cosa? ¿Qué?
No, pensé; seguro que la que llamaba por la otra línea era Jade y le contó a Becca toda la historia sobre mí y Ollie. Justo cuando las cosas iban tan bien y estaba a punto de contárselo yo misma.
- Jade volvió a llamar - dijo Becca.
Prepárate para morir, Cat Kennedy, pensé.
- ¿Sabías sobre esa fiesta? - prosiguió.
- ¿Fiesta? Ah, sí, más o menos; la del padre de Lia. Jade dijo que Ollie la invitó.
- Exactamente - dijo Becca -. Y ¿por qué Lia no nos invitó a nosotras?
- Bueno, no es su fiesta, Bec. Es de su papá - le recordé, para defender a Lia, aunque tuve que admitir que sí se me había ocurrido que quizá nos invitara. Especialmente ahora que iría Jade.
- Llamó sólo para jactarse de que Ollie la había invitado - prosiguió Becca -. Así que le dije que nosotras ya teníamos invitación.
- No habrás hecho eso.
- Sí. Me encantaría ir, Cat. Y estoy segura de que es sólo cuestión de tiempo. Seguro que Lia va a invitarnos.
Recordé lo que me había dicho Lia acerca de ser amigas, entonces ¿por qué no había mencionado la fiesta?
- Bueno, pero tal vez deberíamos esperar a que nos inviten antes de andar diciendo por ahí que iremos.
- De acuerdo - dijo Becca -, pero seguro que va a invitarnos.
- - respondí -. Seguro que sí, y ¿Bec?
- ¿Sí?
- Sólo quería decirte ...
- Oh. Espera - dijo, y la línea quedó en silencio un momento -. Debo irme, Cat. Mamá me llama para cenar.
Y entonces colgó.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

jueves, 29 de enero de 2009

Secretos, mentiras y verdades

El viaje de regreso de Rock fue una pesadilla. El padre de Becca fue a buscarnos a buscarnos a las diez, como habíamos arreglado, y Becca se sentó atrás y no abrió la boca en todo el viaje. Estaba furiosa con Jade, que había acaparado a Ollie desde que le había puesto los ojos encima. A él no parecía molestarle; de hecho, más bien parecía disfrutar tanta atención. Más tarde, cuando llegó el padre de Bec, Jade rehusó el aventón y se las ingenio para volver con Ollie.
Becca se puso casi histérica al tener que dejarlos y tuvimos que empujarla para que subiera al coche, para gran confusión de su padre.
Lia vino con nosotras, aunque se suponía que volvería con Ollie. No quería dejar a Becca y trató de calmarla. Pero no sirvió de mucho porque, una vez que subimos al coche, los labios de Becca se sellaron.
El silencio que había en el auto era tan incómodo que hice un esfuerzo por aligerar el ambiente charlando con el Sr. Howard pero, por dentro, no podía evitar sentir celos yo también. Celos porque Ollie le había seguido el juego a Jade. Y porque no me había prestado tanta atención. Buena amiga soy.
" Todo parecerá mejor por la mañana " , solía decir mi mamá. Al cabo de un rato, decidí seguir su consejo: me acomodé en el asiento trasero y me dormí.

El domingo, sonó el teléfono.
- Y ¿oíste cómo ponía la voz grave y seductora cuando hablaba con él? - preguntó Becca.
- Probablemente no pasó nada - respondí -. No estaban completamente solos; estaba el amigo de Ollie y esas otras chicas de Londres.
- Lo sé - dijo Becca -. Creo que la que se llamaba Tassie también gustaba de Ollie.
- Ya ves, no tienes por qué preocuparte. Jade tenía competencia.
- Tienes que averiguar qué pasó, Cat. No soportaré hablar con ella y que se jacte conmigo.
- ¿No hablaste con Lia? Tal vez sepa algo.
- Te llamo más tarde - dijo Becca - . La llamaré ahora mismo.

Cinco minutos después, llamó Lia.
- Bec está muy alterada - dijo.
- Lo sé. ¿Qué pasó? ¿Volvió Ollie?
- Sí, más o menos media hora después que nosotras, así que no pueden haber hecho mucho.
- ¿No te contó nada?
- Aún no se ha levantado pero, francamente. no creo que Jade sea su tipo de chica. Es demasiado agresiva y Ollie prefiere los desafíos.
- ¿Crees que le haya gustado Becca?
- Es difícil saberlo, Cat. Él coquetea con todo el mundo. Ya te dije cómo es.
- Lo sé. Becca está muy enojada.
- Pero ¿y tú, Cat? ¿Qué sientes por Ollie?
- No lo sé, en realidad. Estoy más confundida que otra cosa.
- ¿Ya terminaste con Zoom?
- No, pero lo haré muy pronto.
- Bien. Y ... ¿Cat?
- ¿Sí?
- Quiero hablar contigo sobre algo. No por teléfono. Un día en la escuela, cuando estemos solas.
Quedé intrigada. ¿De qué querría hablar conmigo?
El lunes, en la escuela, Jade andaba por ahí pavoneándose como quien se salió con la suya. Sin revelar nada, nos sonreía con aire presumido.
Durante el recreo, la acorralé en el patio.
- Esteee ... ¿a qué hora volviste el sábado? - le pregunté, tratando de sonar indiferente.
- Ollie me dejó en casa como a la una.
¿A la una? Lia había dicho que Ollie regresó poco después que ella.
Obviamente, Jade mentía.
- La pasaste muy bien, ¿eh?
Jade no pudo contenerse.
- Me invitó a la fiesta.
- ¿Qué fiesta? - le pregunté, antes de poder controlarme.
- La de los Axford. Será la fiesta del año. Su papá cumple cincuenta años o algo así. ¿Por qué? - preguntó, disfrutando maliciosamente el momento -. ¿Tú no sabías nada?
- Ehh, creo que Lia mencionó algo - respondí.
Debes seguir con las verdades a medias, me dije. Era verdad que Lia había mencionado que quería hablar conmigo sobre algo; tal vez se trataba de la fiesta. Esa era mi nueva filosofía después de mi maratón de franqueza de la semana anterior. Una verdad a medias no causaba tantos problemas y a veces ayudaba a salvar circunstancias. En este caso, las mías.
- No sé cómo a Becca se le ocurre que puede tener posibilidades con él - prosiguió Jade -. De hecho, preguntó más por ti que por ella. ¿Seguro no lo conocías? Me pareció que se trataban con bastante confianza cuando él se acercó.
- Quizá lo ví por ahí - respondí, aunque me moría por saber que había dicho de mí.
- En fin, Becca es demasiado nena para él. Es obvio que busca a alguien un poco más madura, como yo.
- Si tienes apenas un año más que Bec - repliqué, recordando aquel día en la playa que había conocido a Ollie. A él no parecía preocuparle la edad -. Y tú ¿cómo sabes? - pregunté -. Yo sé de buena fuente que la edad no es algo que lo detenga.
Jad me miró con atención.
- ¿De qué buena fuente? ¿Lia?
- No, alguien que conozco.
Jade asintió como si se le estuviera encendiendo una bombilla de luz en su cabeza. -Ah, ya entiendo. Ya me parecía que ustedes se habían conocido antes de ir a Rock. Tú eras la chica con quien estuvo en Cawsand, ¿verdad? ¿Si o no? Si no, ¿cómo habría sabido tu nombre?
Sentí que me ponía colorada. Maldición.
No respondí.
- ¿ Y Becca y Zoom saben de tu pequeña aventura? - preguntó Jade.
- No hay nada para contar - repliqué, turbada.
- Yo creo que sí - dijo, riendo -. Creo que hay mucho que contar y que les interesará mucho oírlo.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

A puro Rock

Llegamos a Rock apenas pasadas las cuatro. Todas nos habíamos maquillado en el autobús y estábamos de humor para nuestro gran proyecto: encontrar chicos. Por suerte, Becca había adjudicado mi comportamiento de los últimos días a las hormonas y me había perdonado por decirle la verdad. Estaba hermosa. Era su "gran día". Hacía semanas que estaba anciosa por conocer a Ollie y había pasado la mañana entera secándose el cabello hasta que le quedó lacio y brillante como seda roja. Ella y Lia se cepillaron por última vez y bajaron del autobús.
- ¿Estoy bien? - preguntó Becca, subiéndose el top ajustado -. Tal vez no debí ponerme esto. Me hace enorme. Debería haberme puesto el top azul.
- Becca - le dije -. Te ves fabulosa. Tranquilízate.
Siempre era lo mismo. Desde que la conocía, Becca se había sentido demasiado corpulenta. Como si lo fuera. Es el caso típico de la chica que quiere ser Kate Moss cuando en realidad se parece más a Kate Winslet. Nadie está nunca conforme, pensé. Yo deseaba ser alta y con curvas como ella, y ella deseaba tener cabello lacio como yo.
- Bien, evaluemos la situación - dijo, mirando alrededor la cantidad de autos -. ¿La playa o el café?
- La playa - propuso Lia -. Mejor la aprovechamos antes de que oscurezca. Le dije a Ollie que lo veríamos en el Mariner´s Arms como a las seis y media.
- Ollie. Qué bien - dijo Jade, y se puso en marcha por el sendero angosto que conducía al mar entre arbustos de flores amarillas. Becca hizo una mueca a sus espaldas y Lia y yo reímos. Esto iba a estar interesante, pensé. Jade y Becca peleando por Ollie. Yo no, claro; me era completamente indiferente. Bueno, tampoco tanto.
Decidimos caminar por la playa y luego elegir un sitio donde sentarnos a ver pasar la vida. Había muchísima gente para esta época del año, pero supongo que todos querían aprovechar lo que podría ser el último día bonito antes de que empezara el otoño. Había gente de picnic y mirando pasar los barcos; otros, jugando frisbee o a la pelota o paseando perros. Del otro lado de la bahía, acababa de llegar un perry desde Padstow y se veían grupos de adolescentes bajando por la pasarela hacia la playa, evaluando el lugar, como nosotras, buscando algo bueno.
Lia sonrió.
- Creo que quizá tenga que ir a nadar.
- ¿Estás loca? - le pregunté. Estaba toda vestida y, aunque era un día de sol, había un viento muy fresco como para desvestirse.
- Ah ya te capto - dijo Jade -. Decididamente merece un diez.
Seguí la dirección de sus miradas y vi a un chico espectacular con traje de baño mojado, que estaba sentado con un par de binoculares.
- Yo quizá tenga que ahogarme - agregó Jade, riendo -. Ese guardavidas es divino -. Caminó con aire presuntuoso hacia donde estaba él -. Oh, sálvame, sálvame, me ahogo.
- Ojalá se ahogara - murmuró Becca, mientras el muchacho miraba a Jade y luego se volvía nuevamente hacia el mar con expresión aburrida, como si no fuese nada nuevo.
Después de nuestro paseo, Jade divisó un grupo de muchachos sentados junto a una de las embarcaciones.
- Parecen divertidos - dijo -. Vamos a sentarnos cerca de ellos.
Lia echó un vistazo y menó la cabeza.
- No me paece buena idea.
Pero Jade no le hizo caso y fue a sentarse cerca de ellos. Empezó su rutina de coqueteo acomodándose el cabello y mirándolos cada tanto.
Eran cuatro y parecían estar jugando a algo. Tenían montones de latas de cerveza y había un chico regordete con un cronómetro; cada treinta segundos aproximadamente, llenaba los vasos y todos los bebían de un trago.
Mientras terminaba el líquido de su vaso, reparó en Jade, que hacía su rutina.
- La idea es beber lo más posible sin orinar - explicó, con voz muy elegante pero arrastrando las palabras.
- Ah, muy astutos - observó Becca.
- Somos Rupert, hic, Baz, Henry y Patrick - dijo un chico rubio, al tiempo que señalaba a cada uno.
- ¿Y cual es hic? - pregunté a Lia.
- Jade, Lia, Becca y Cat - dijo Jade, que no parecía darse cuenta de que aquellos chicos estaban totalmente borrachos.
- ¿A qué escuela van? - preguntó Rupert.
- No les hagan caso - dijo Lia cuando Baz se levantó y fue a sentarse frente a ella.
La miró con los ojos completamente desenfocados.
- Oye, eres preciosa - le dijo -. ¿Quieres que te dé unos besos?
Henry se puso de pie y vino a sentarse junto a mí. Cuando se acercó, su aliento apestaba a alcohol y tuve que reclinarme para alejarme del olor. Se inclinó hacia mí y señaló hacia arriba.
- Las estrellas están en el cielo, Cat - dijo, babeando -. Recuéstate, apoya la cabeza en mi hombro y te las haré ver.
- Vámonos - dije, mientras lo empujaba; me puse de pie y me encaminé hacia la pendiente que daba a los cafés.
- Cat, Cat - exclamó Henry -. No te vayas. Sé buena.
- Qué sarta de imbéciles - dijo Becca, levantándose y siguiéndome -. Alejémonos de ellos.
Lia se puso de pie pero Jade parecía reacia a moverse. Al final no le quedó otra opción que levantarse también, puesto que todas nos estábamos alejando.
- Vengan después a nuestra fiesta en la playa - nos gritó Baz -. En Plzeath Beach. Para entrar, sólo tienen que traer un poco de alcohol o un buen par de ... - e hizo el gesto de sostenerse los pechos.
Todos empezaron a reír con sorna; de pronto, Rupert puso cara de estar a punto de vomitar. Cruzó las piernas y se abalanzó detrás de un bote.
- Tengo que mear, tengo que mear ahora ... ahhhhhh.
- Los chicos pueden ser muy estúpidos - dijo Lia -. A veces me pregunto para qué nos molestamos.
- Ah, hasta que aparece uno especial - replicó Becca -. ¿A qué hora dijiste que nos encontraríamos con Ollie?
- Como a las seis y media - respondío Lia.
- Son todas unas aguafiestas - dijo Jade cuando nos alcanzó -. Sólo se divertían.
Lia volvió a mirarlos.
- No. Conocí a chicos así en mi escuela anterior. Son todos iguales, como cortados por la misma tijera. Hasta se visten igual, como si fuera un uniforme: mocasines marrones, cinturón marrón, pantalones de gabardina y camiseta de Ralph Lauren o Tommy Hilfiger.
Me di vuelta para echarles un vistazo. Lia tenía razón. Todos estaban vestidos de la misma manera.
Jade se había ofendido.
- Me pareció que eran buenos para variar un poco y salir de lo que vemos siempre en la escuela.
- Era una pérdida de tiempo - le respondió Lia -. Su lema es " Vida y Cerveza" .
Seguimos por el camino hacia el pub. Había un grupo de muchachos mayores sentados en un muro y no pude dejar de notar que ellos también tenían el mismo uniforme. Zapatos marrones, cinturón marrón, pantalones de gabardina. Uno de ellos meneó la cabeza cuando pasamos.
- Demasiado jóvenes, demasiado jóvenes - dijo, con aire triste. Él también parecía borracho, y un momento después, se cayó de espaldas.
La acera del Mariner´s Arms bullía de adolescentes. Habría unos cincuenta allí, riendo, bebiendo, estudiándose.
- Esto es el paraíso - dijo Jade, volviendo a animarse al observar los grupos de chicos en la multitud -. Me siento como en casa. Esteee ... voy a dar una vuelta. Hasta luego.
Dicho eso, desapareció.
Becca sacó su espejo para renovar su lápiz labial.
- Dios mío - chilló -. Mi pelo. Se enruló.
Pobre Becca. Su cabello es la maldición de su vida. Personalmente creo que le sientan bien los rulos, pero ella los odia y siempre está comprando productos nuevos para mantenerlo lacio. Nunca le sirven de nada, porque apenas sale de su casa ( especialmente si hay humedad en el aire, como aquí ) recupera sus rulos naturales.
- Tengo que arreglarme antes de que veamos a Ollie - dijo -. Voy a buscar el baño. No hagan nada sin mí.
Le aseguramos que no, pero ya veíamos algunos chicos que nos miraban y se codeaban.
- Disculpa - dijo un chico de cabello oscuro que se acercó a Lia -, por casualidad, ¿tendrás calzones para prestarme?
Lia se desconcertó, pero yo estaba intrigada; nunca había oído a nadie iniciar una conversación así.
- Lo siento - le respondió Lia -. No me queda ninguno.
- Entonces, ¿me cambiarías los que tienes por los míos? - insisitió él, mientras empezaba a bajarse la cremallera de los pantalones.
- Desaparece - replicó Becca, dándole la espalda.
Luego se me acercó un chico.
- ¿Tienes una moneda de veinte? - me preguntó.
Busqué en mi bolso.
- Ehh, no ... Sólo tengo de una libra.
- Tiene que ser de veinte - dijo, sonriendo.
- ¿Por qué?
- Para llamar a tu papá y avisarle que esta noche no vuelves a casa.
- ¡Cat! - interrumpió una voz severa detrás de mí -. ¡Sabes muy bien que no puedes salir del reformatorio sin un guardia!
Di media vuelta y allí estaba Ollie.
- Ya puedes irte - le dijo al otro chico -, antes de que le dé uno de sus ataques y te mate.
El chico huyó y eché a reir, mientras Ollie me miraba, sonriendo.
- Hola, Cat - dijo.
Como siempre, estaba divino. Allí había algunos chicos bastante lindos, pero Ollie se destacaba entre todos. De pronto, el ambiente parecía haberse suavizado, como si la realidad se hubiese desdibujado un poco.
- Hola - respondí.
En ese momento, Becca reapareció en la escalera del pub. Al ver a Ollie, se puso más colorada que su cabello y avanzó entre la multitud, ruborizada como una novia camino al altar.
- Ollie, Becca, mi amiga - dijo Lia -. Becca, Ollie.
Ollie la miró con una sonrisa cautivante.
- ¿Alguna vez te dijeron que te pareces a Nicole Kidman? - le preguntó.
No podría haber dicho nada mejor, Nicole es más delgada que Kate Winslet. Becca estaba volando. Cautivada. Perdidamente seducida.
- Y yo soy Jade - ronroneó Jade, apareciendo de la nada y tomando a Ollie del brazo -. Tú debes ser el famoso Ollie Axford.



" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

miércoles, 28 de enero de 2009

Toda la verdad

Empecé la nueva semana llena de algría y optimismo. Pura como nieve recién caída: así pensaba ser.

Lunes: Verdades (2)
En el autobús, camino a la escuela, Becca me preguntó qué me parecía su última canción. Le respondí que mejor se dedicara al baile.
Ahora no me habla.
En casa, a la vuelta de la escuela, llamó Josephine Talbot para hablar con Luke.
Él estaba delante de mí agitando los brazos como loco y articulando en silencio las palabras: "No, nooooo" . Pero, como estaba decidida a decir la verdad, le dije que sí estaba y le entregué el teléfono a Luke.
Ahora Luke no me habla.

Martes: Verdades (1)
En la escuela, cuando el Sr. Ford me preguntó dónde estaba mi tarea, le dije que no la había hecho. Entonces me preguntó por qué, y le dije que había empezado una nueva temporada de Dawson´s Creek y que, después de eso, estaba tan cansada que no tuve ganas de hacer algo taaaaan aburrido.
Me hizo quedar después de clase. Pero soy la heroína del grupo.

Miércoles: Verdades (2)
Bec volvió a hablarme, pero el grano que tiene en la nariz está mucho más grande que la semana pasada. Cuando me preguntó si se le notaba, le dije que, en realidad, parecía que ocupaba la mitad de la cara.
Otra vez no me dirige la palabra.
Hoy hubo un alboroto en casa. Papá iba al videoclub y preguntó qué queríamos ver. Emma le pidió una de terror. Entonces papá dijo " Peri en esta casa no vemos películas de terror, ¿verdad?
Esta vez no fue necesario que yo dijera la verdad, porque Emma le enumeró todas las películas que habíamos visto mientras él no estaba.
Estoy castigada.

Jueves: Verdades (2)
Durante el recreo, Mac me preguntó su creía que él podía llegar a algo con Becca. Le dije que no, porque está tan enamorada de Ollie Axford que ni siquiera mira a nadie más. Es la verdad.
Mac se fue, de mal humor.
En el segundo recreo, Lia me preguntó si me gustaba Ollie. Al principio no supe qué decirle, pero como es mi semana de la verdad, supe que no tenía alternativa y admití que sí. ¡Resultó que ella sabía que yo era "la chica de la playa" ! Me sorprendió mucho porque yo creía que él nunca había mencionado mi nombre, pero aparentemente había llamado por teléfono desde Londres; preguntó a Lia si me había conocido y le dijo que yo era la chica con quien había estado en Cawsand. Además me dijo que ella sospechaba que me gustaba Ollie porque me quedo súper callada cada vez que alguien habla de él. Interesante. Parece que a veces no se puede disimular lo que se siente.
Me alegro de haberle dicho la verdad. Si le hubiera mentido, nunca más habría confiado en mí. Pero tuve que rogarle que no se lo dijera a Becca, porque quiero elegir el momento y no quiero lastimarla. Ella accedió y dijo que Ollie preguntó por mí, ¡¡y que le parece que realmente le gusto!! Agregó que él viene el próximo fin de semana y que irá a Rock con unos amigos. Aaayyy.
Esta semana, hasta ahora, gracias a Dios, Becca no me preguntó por él.

Viernes: Verdades (4) ¡Excelente!
En el autobús escolar, Moira Ferguson me preguntó como había estado estado el fin de semana con mis primos. Era una pregunta tramposa, pero me sentía valiente por ser la reina de la franqueza. Le dije que no habían venido pero que yo no tenía ganas de ir a una fiesta.
Luego, Moira dijo a toda la clase que soy una mentirosa. Bah. Es obvio que no se da cuenta de que soy la campeona de la sinceridad.
Esa tarde, en casa, llamó mi abuela y preguntó si había estrenado el abrigo nuevo. Finalmente admití que no, porque no era mi estilo. Fue horrible, porque se quedó muy callada y pidió hablar con papá, que luego me dio un sermón acerca de ser diplomática. No es fácil ser diplomática y decir la verdad al mismo tiempo.
Otra vez estoy castigada.
Más tarde, volvieron los fanáticos religiosos y me preguntaron si estaba en paz con Dios. Les respondí que no lo sabía, los invité a pasar y estuvimos debatiendo media hora. Papá me reprendió por hacer pasar a unos desconocidos y Emma se quejó porque les había dado las últimas galletitas de chocolate.
Esa noche, durante la cena, alguien llamó para preguntar si necesitábamos un baño nuevo. Le dije sinceramente que sí, lo necesitábamos. Con urgencia. Entonces me dijo que su empresa enviaría un diseñador a nuestra zona la semana siguiente y que podría venir a darnos una cotización sin cargo. Le respondí que eso sería genial pero que de ninguna manera podríamos pagar un baño nuevo, de modo que sería una pérdida de tiempo. Bien, respondió, buenas noches entonces.
¡Eso sí que fue fácil!

Sábado: Verdades (1)
En el cine de Plymouth, cuando la señora de la boletería me preguntó la edad, le contesté: catorce años. Por supuesto, no me dejó entrar. Luego miró a Becca, que enseguida perdió la compostura y ahora no está muy contenta conmigo. Me llamó una hora después de que llegué a casa y dijo que últimamente me estaba portando de una manera muy rara y preguntó qué me pasaba. Le dije que había decidido decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Dijo que no me molestara y que prefería la otra Cat.

Al llegar el fin de semana, me sentía más confundida que nunca. Supuestamente, lo correcto es decir la verdad, pero no siempre da buenos resultados. Sin embargo, aún no estaba dispuesta a rendirme.
El domingo, el Sr. Squires nos llevó a mí y a Zoom a Rame Head, pues tenía que reparar un coche que se había descompuesto en el estacionamiento de allí. Mientras él trabajaba, fui con Zoom hasta la colina. A decirle la verdad.
Rame Head es mi lugar favorito en toda la península: una pequeña colina que se interna en el mar, con un diminuto templo druida en la cima. Los hippies del lugar afirman que allí convergen líneas geomagnéticas muy poderosas. No sé si será cierto, pero uno se siente muy bien allá arriba. Lo único que se ve a ambos lados es cielo y mar por muchos kilómetros.
- ¿Zoom? - dije, al cabo de un rato de contemplar el paisaje.
Zoom me miró y sonrió.
- ¿Qué?
Esta vez estaba decidida a hacerlo. Toda la verdad.
Me sentía muy valiente.
- Ehh, ¿no crees que es hora que cambiemos ...?
Se puso de pie de un salto.
- Sí, está haciendo frío. Se levantó mucho viento. Toma, ponte mi abrigo.
Recogió mi bolso y se puso en marcha colina abajo.
Inténtalo otra vez, pensé, mientras lo seguía.
- Ehh, Zoom. Sabes que te quiero mucho, ¿verdad?
Sonrió.
- Y yo a .
- Bueno, estuve pensando que tal vez podríamos volver a examinar nuestra relación.
- Yo ya lo hice - respondió, con descaro -. Cinco puntos para mí, tres para .
No pude evitar reír.
- Quiero decir, ¿nunca te sientes atraído por otras chicas?
Meneó la cabeza.
- No. Aunque Lia es una belleza.
¿Perdón? Eso no estaba en el libreto y me desconcertó un momento.
- ¿Quieres decir que te gusta?
- No.
- Pero te parece una belleza.
- Sí.
Retrocedió unos pasos y me abrazó.
- No tienes que sentirte insegura conmigo, Cat. Tú y yo tenemos algo especial. Deben ser tus hormonas que te están jugando una mala pasada.
Sonreí al oír la frase familiar. Zoom me tomó de la mano y, mirándome con mucha seriedad, dijo:
- Lo que nosotros tenemos está en otro nivel.
Reí, porque ya habíamos bajado media colina: otro nivel.
Asentí, decidida a llegar hasta el fin.
- Sí, principalmente. Somos buenos amigos. Aunque a veces es difícil encontrar las palabras adecuadas para expresar lo que uno quiere decir.
Zoom bajó corriendo por delante los últimos escalones y llegó al campo que daba al estacionamiento. Luego hizo una especia de loca danza india.
- ¿Las palabras adecuadas? ¿Como cuáles? ¿Que soy el chico más buen mozo de la escuela? Que soy brillante. Y simpático. Y taaaaan modesto.
Luego corrió el resto del camino hasta el coche.
Sí, pensé, todo eso.
- Y quiero terminar contigo - dije, pero él estaba demasiado lejos para oírme y el viento se llevó mis palabras.



" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

Mentirosa, mentirosa

Domingo: Mentiras (1)
Fuí a Plymouth con Zoom, Lia, Becca y Mac. Mentí al decir que tenía quince años para que me dejaran entrar al cine. Bueno, todo el mundo hace eso, ¿no? Lia y Becca hicieron lo mismo, de modo que no me siento tan mal

Lunes: Mentiras (2)
Llegué tarde a clases. Dije que el autobús no había venido, cuando en realidad lo perdí porque Emma se negaba ir a la escuela con sus bragas a lunares, porque decía que los pantalones rosados dejaban ver los lunares. Hizo tal alboroto que tuve que buscarle otras, y eso me retrasó. No fue mi culpa, pero no podía explicarle todo a la Sra. Jeffries.
Becca me preguntó si se le notaba mucho un grano que tenía en la nariz. Le dije que no, pero en realidad era enorme.

Martes: Mentiras (3)
¡Dios mío! Volví a mentirle a Becca, pues su nueva versión de la canción de amor que había escrito resultó peor que la primera. No quise herir sus sentimientos, entonces le dije que estaba bien.
Le mentí a papá. Estuvo trabajando hasta tarde y alquilamos una película de terror, pero le dije que habíamos visto Aladdin, de Disney.
Le mentí a Zoom cuando me preguntó si podía venir. Le dije que tenía que hacer tareas para la escuela, cuando en realidad ya las había terminado y quería mirar la película de terror con Luke, Joe y Emma. Después me sentí egoísta, porque a Zoom le encantan las películas de terror.

Miércoles: Mentiras (0) ¡Viva!

Jueves: Mentiras (5)
Ip. Ip.
Mentí por Luke. Una chica muy pesada de su escuela está enamorada de él y él no la soporta. Cuando la chica llamó por teléfono, Luke me pidió que le dijera que no estaba. Y eso hice.
Les mentí a dos fanáticos de la Biblia que llamaron a la puerta y me preguntaron si estaba en paz con Dios. Para deshacerme de ellos, les dije que en casa todos adorábamos al Diablo. A joe y a Luke les pareció divertidísimo y, si no se lo hubiera impedido, se habrían puesto las máscaras del Día de Brujas del año pasado, que chorrean sangre, y los habrían seguido por la calle.
Le mentí a alguien que llamó por teléfono mientras cenábamos. Quería visitarnos la semana siguiente y rediseñar nuestra cocina sin cargo. No lograba que cortara, de modo que le dije que éramos una familia hippie y vivíamos en una tienda de campaña y cocinábamos en una parrilla portátil. Papá se rió mucho, de modo que ahora tengo apoyo de todos los sectores para mentir.
Le mentí a Becca, porque otra vez me preguntó por Ollie.
Le mentí a Becca, después de que vio a Jade hablando conmigo mientras entrábamos a la escuela. Jade estaba criticando a Becca y diciendo que no tenía ninguna oportunidad con Ollie. Cuando Bec me preguntó de qué habíamos estado hablando, respondí: "Oh, de ella, como siempre".

Viernes: Mentiras (3)
Le mentí a medias al Sr. Ford, el profesor de física, pues le dije que no había hecho la tarea porque a nuestro ordenador se le había acabado el cartucho de tinta y no había tenido tiempo de ir a Plymouth a comprar otro. Fue una mentira a medias, porque la verdadera razón fue que papáno tenía dinero para comprarlo esta semana, pero no quise decir eso delante de toda la clase para evitar que todos me tuvieran lástima.
Le mentí a Moira Ferguson cuando me invitó a su fiesta el domingo. Le dije que mis primos venían a pasar el fin de semana. No lo soporto: es muy mandona.
Le mentí a papá diciéndole que había hecho mi práctica de música cuando, en realidad, hace semanas que ni siquiera miro el piano.

Sábado: Mentiras (1)
Mentí cuando mi abuela me llamó por teléfono y me preguntó si me gustaba el abrigo que me había enviado, tejido por ella misma. Le dije que me encantaba, pero me parece horrible.


Estoy angustiada conmigo misma. Siempre me consideré una persona honesta, pero soy la peor de las mentirosas. Me habría gustado hablarlo con alguien, pero la mayoría de la gente me vería como a una loca, o una delincuente, o algo así. Deseé que mamá estuviera aquí. Fui a mi armario, saqué mi caja secreta y la abrí. Allí guardaba todos mis objetos especiales: fotos viejas, tarjetas que Zoom me había enviado y algunas cosas de mamá; una carta de ella, algunas de sus alhajas y un frasco de perfume Mitsouko de Guerlain. Cuando finalmente retiramos sus cosas de los armarios en el dormitorio de papá, encontré este frasco y lo escondí. Siempre que lo olía, la sentía presente, como si estuviera en algún lugar de la casa. Le quité la tapa, me puso un poco en la muñeca y aspiré. Como siempre, el suave aroma floral me hizo pensar en ella. ¿Qué habría dicho mamá de todo esto y de que su hija era la peor de las mentirosas? Ella siempre había sido muy franca. Durante toda su enfermedad, había insistido en saber exactamente cómo estaba y en decirnos la verdad acerca de su estado. Una vez la oí decirle a papá que no quería darnos falsas esperanzas y que la muerte era parte de la vida y no había que ignorarla. Lo tomó con mucha valentía y hoy me alegro de haber sabido lo mal que estaba, porque creo que ella tenía razón: habría sido mucho peor si un día hubiera desaparecido sin que supiéramos lo enferma que había estado.
Papá asomó la cabeza.
- La cena está lista, Cat.
Deprisa, guardé mi caja en el armario porque no quería que él me viera triste, pero papá no se fue de inmediato. Se le habían empañado los ojos y parecía buscar a alguien más en el cuarto. Creo que sintió el aroma del Mitsouko. Tal vez ése fuera el momento de tener aquella charla, pensé. Nunca nos habíamos sentado los dos solos a hablar de la muerte de mamá.
- ¿Estás bien, papá? - le pregunté.
Tosió y volvió a aspirar el aire.
- Sí, estoy bien. Es sólo que ... me pareció ... no, nada.
Luego se fue antes de que yo pudiera abrir la boca.
Antes de bajar a cenar, saqué la carta de mamá. La había escrito pocas semanas antes de morir y le había pedido a papá que la guardara y me la entregara el día que yo empezara la secundaria. Decía así:

Mi niña querida:
Ya estás tan grande y lista para empezar una nueva escuela, y cómo quisiera poder estar allí parta verte. Quise escribirte para decirte lo orgullosa que estoy de ti. Me has dado muchas fuerzas durante este último año y has sido la luz de mis días. Sé fuerte, Cat. Sé fiel a ti misma y siempre tan valiente como sé que serás. Que Dios te bendiga. Mi amor siempre te acompañará.
Tu mamá.


Ya está, pensé. De ahora en adelante, voy a reformarme y a ser valiente como mamá. Desde ahora, voy a decir toda la verdad.



" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

martes, 27 de enero de 2009

Cenicienta

Lia llamó por teléfono el sábado por la mañana, cuando yo estaba limpiando el baño.
- ¿Quieres venir? - preguntó -. Llegaron unos amigos de mamá y salieron todos a cabalgar, y estoy aburrida.
- No puedo - suspiré -. Los sábados tengo que hacer las tareas de la casa.
Lia pareció decepcionarse.
- Pero Becca viene. A ver si puedes venir más tarde.
Colgué el teléfono y vi que Jen estaba detrás de mó.
- ¿Quién era? - me preguntó.
- Lia Axford - respondí -. Me invitó a su casa. Pero todavía no terminé con el baño, y después tengo...
Jen puso la mano sobre mi hombro y lo apretó con afecto.
- Yo me encargo, Cenicienta. Ve al baile.
Media hora después, iba camino a la casa de Lia. Jen había estado fantástica. Susurró algo al oído de papá y, asombrosamente, él me dejó ir. Todo un día sin trabajo. ¡Viva!
Ojalá Jen viviera siempre con nosotros, pensé; la vida sería fabulosa. Sé que a papá le preocupa cómo lo tomemos mis hermanos y yo, pero nos encantaría. Traté de hablar de eso con él hace un par de semanas, pero cambió rápidamente de tema. Es una pena, porque a todos nos gusta Jen y queremos que él sea feliz, pero cuando intenté decírselo, murmuró algo sobre que somos su responsabilidad, y luego se fue al almacén.
Todo esto que he estado pensando últimamente sobre la verdad y la sinceridad se aplica también a mí y a papá. No es exactamente que no seamos sinceros entre nosotros, sino más bien que no nos decimos toda la verdad. Decidí que un día tendríamos que sentarnos y tener una charla en serio. Algún día, cuando lo encuentre solo.
El cielo estaba azul y despejado mientras pedaleaba hacia Millbrook, el aire claro parecía estar limpiando mi mente de telarañas. Está la verdad, pensé, luego las mentiras piadosas, las verdades a medias y, por último, los embustes. Hay mentiras buenas y malas; algunas para proteger, otras para mantener la paz y algunas, supongo, son pura y simple cobardía. Como las veces que le dije a papá que estaba en un lugar donde no estaba para que no se enfadara; como decirle que estaba en una clase extra de la escuela cuando en realidad estaba vagando por ahí con Bec. ¿Qué es mejor?, me pregunté, y ¿qué hago yo? ¿Soy una persona sincera o una mentirosa?
Decidí que llevaría la cuenta de todas las mentiras, piadosas o no, que dijera, a partir de mañana.
Diez minutos más tarde, había dejado atrás Millbrook y llegaba a Barton Hall. Pero ¿cómo iba a entrar? El imponente portón de hierro forjado estaba firmemente cerrado. Divisé un pequeño intercomunicador en uno de los pilares y apreté el timbre.
Una cámara se puso en acción y me enfocó. Sonreí, esperanzada.
- Hola, Cat. Pasa - dijo la voz de Lia por el intercomunicador.
Luego oí un zumbido y, como por arte de magia, los portones empezaron a abrirse.
Mientras avanzaba en mi bicicleta por el largo y sinuoso camino privado, comencé a sentir cierta aprensión. Aunque había estado allí antes con papá, alguien había venido a recoger mercadería en el portón. Esta vez estaba entrando como invitada. Al menos Ollie no estaba allí. Eso sí que habría sido demasiado.
Me pareció que pasé muchísimo tiempo pedaleando, pasando por las caballerizas, las dependencias y un bosque interminable. Empezaba a pensar que me había perdido cuando, de pronto, los árboles se abrieron y vi a Lia y Becca esprándome al final de camino, con dos setters irlandeses retozando a sus pies.
La casa era imponente, como un viejo hotel, rodeada a ambos lados y detrás por bosques y, en el frente, había un jardín en terrazas cubiertas de césped con grandes palmeras en macetas enormes.
- Guau, Cat, tienes que ver este lugar - exclamó Becca mientras me bajaba de la bicicleta e inmediatamente empezaban a acosarme los perros, que me saludaron como a su más vieja y querida amiga -. Es asombroso. Tienen sus propias canchas de tenis, una piscina y hasta una sala de billar.
- Ellos son Max y Molly - dijo Lia -. Abajo perritos, abajo. - Max se agachó, pero parecía que yo le había caído muy bien a Molly, que sostenía mi manga fuertemente asida con los dientes. - Abajo, Molly, abajo. Lo siento, Cat, todavía es muy joven y se excita mucho cuando llega gente.
- Ehh, no hay problema - respondi, mientras Lia la apartaba. Apoyé la bicicleta contra el porche y miré los autos estacionados al costado de la casa- Un resplandeciente Mercedes plateado, un BMW negro y un Range Rover -. El chofer estaba ocupado, por eso vine en mi propio vehículo - agregué, riendo.
Lia sonrió tímidamente.
- ¿Quieres pasar? Te enseñaré la casa. Es decir, si a Becca no le molesta de nuevo hacer el recorrido.
- No, claro que no - dijo Becca.
La seguimos por el porche y atravesamos una puerta, que daba a un vestíbulo con cielorrasos altísimos, grandes espejos y una amplia escalera.
- Ésta es la sala - dijo Lia, mientras me conducía a una elegante habitación con un enorme mirador y hermosas cortinas gruesas que llegaban al piso. Por el ventanal se divisaba la vista más deslumbrante de los jardines del frente, que bajaban hacia el mar.
- Aquí tienen su propia playa privada - dijo Becca, que obviamenre disfrutaba mucho el paseo -. Y barcos.
Siguiéndolas de habitación en habitación, yo también empecé a disfrutarlo. Me sentía como una turista en una visita a una de esas mansiones históricas. Nunca había visto nada igual, salvo un hotel el año anterior para la boda de mi tía Brenda. Todas las habitaciones de la planta baja (¡había cuatro salas de estar!) tenían muebles bellos y cómodos, hogares con cestas de leña a un costado, y por doquier había lo que parecía antigüedades muy costosas. Arriba, todos los dormitorios (¡ocho!) tenían baño privado y algunos también tenían televisor.
- Debe ser alucinante vivir aquí - observé -. No tener que compartir el dormitorio o el baño y tener tu propia tele debe ser como tocar el cielo con las manos.
- Bueno, espero que alguna vez vengas a quedarte con nosotros - dijo Lia -. A mamá le encanta recibir gente.
- Sí, por favor - respondí, mientras nos conducía por un pasillo hasta otro dormitorio.
- Aquí vive nuestro Casanova - dijo.
- El cuarto de Ollie - agregó Becca, y me dirigió una sonrisa cómplice a espaldas de Lia.
Me parecía extraño estar mirando sus cosas privadas. Había montones de fotos de él con sus amigos y familiares, y el hecho de verlas me hizo sentir rara. Vuelvan a su caja, ordené a mis pensamientos. No pensaba quedarme allí, pero Becca se puso a examinar los estantes, los libros, los CDs.
Sonrió.
- Investigación. - Luego, mirando a Lia, me dijo - : No te preocupes, le dije que he visto a Ollie y que me gusta mucho. Lia ya conoce todos mis secretos.
Típico de Becca. Demuestra todo lo que siente y jamás puede callar algo por mucho tiempo.
Lia le sonrió.
- Pero no digas que no te lo advertí.
Por un momento sentí una punzada de celos. No por aquella hermosa casa ni nada de eso. Estaba celosa porque antes Bec y yo solíamos tener tan buena comunicación. No había secretos entre nosotras. Y ahora ella compartía secretos con Lia. Odiaba no poder contarle todo lo que me estaba pasando. Era como si se hubiese levantado una pared invisible y yo fuera incapaz de atravesarla.

Pasamos el resto de la tarde recorriendo la casa, pero incluso después de dos horas aún lo habíamos llegado a ver todo el jardín.
- Un día debes venir a conocer mi casa -dije, riendo. Nos llevará menos de cinco minutos. Tres habitaciones arriba, dos abajo y un baño pequeño.
- No les importa, ¿verdad? - preguntó Lia cuando nos detuvimos en la parte más alta del jardín.
- ¿Si no nos importa qué cosa? - preguntó Becca, confundida.
Lia señaló toda la propiedad con un gesto de la mano.
- Todo esto.
- ¿Que si me importa? Me encanta - resondí.
- Es solo que a veces la gente se pone un poco rar porque nuestra familia tiene tanto, ¿entienden?
- ¿Quieres decir que tienen envidia? - le pregunté.
Lia asintió.
- Espero que esto no impida que seamos amigas.
- Claro que no - dije -. Es decir, claro que me da un poquito de envidia, ¿quién no? Pero tenía la esperanza de que nos invitaras a Bec y a mí a vivir aquí. Nadie se daría cuenta. Podríamos acampar en uno de los establos, con los caballos.
Lia rió y pareció aliviada.
- Bien, vamos a pedirle a Meena que nos dé algo para tomar.
- ¿Quién es Meena? - preguntó Becca.
Lia pareció avergonzarse.
- Nuestra ama de llaves. Lo siento.
Mientras volvíamos a entrar en la casa y llegábamos a la cocina, que era más grande que toda nuestra casa, no pude sino pensar en lo extraña que es la gente. Allí está Lia, que lo tiene todo: belleza, padres elegantes, una casa enorme con ama de llaves, su propio dormitorio, baño, televisor y quién sabe que mas, y sin embargo le preocupa que nosotras no queramos ser sus amigas. Entonces me di cuenta de lo único que a Lia le faltaba allí eran amigos, que es lo que hace la vida más placentera, ya sea un lugar inmenso como aquél, o en una casita pequeña como la mía. Cuando muere alguien muy cercano, como la madre de uno, se aprende muy rápido que lo que importa es la gente. Los amigos. La miré con creciente admiración. Ella lo tenía todo pero no era en absoluto presumida, a diferencia de Jade, que se porta como si fuera un regalo del cielo. Los amigos. Eso es lo importante, pensé, y Lia obviamente lo sabe. Ojalá que lleguemos a ser amigas. Y ojalá que Becca y yo volvamos a ser como antes. Si tan sólo pudiera decirle la verdad ...


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

Mentiras piadosas

- ¿Qué tienes, entonces? - insitió Jen -. ¿Problemas con algún muchacho? ¿Con alguna amiga?
Vacilé. En verdad necesitaba hablar con alguien sobre todos los pensamientos extraños que había tenido últimamente y, por el momento, no podía hacerlo con Becca, y papá, bueno, no era muy fácil tener una verdadera conversación con él.
- Ambas cosas - respondí -. Prométeme que no se lo dirás a nadie, ni siquiera a papá.
- Prometido.
- Estos días estoy pensando mucho en la verdad.
Jen rió.
- Ah, un problema filosófico.
Sonreí
- Algo así. A veces no decimos la verdad para proteger a alguien, ¿no es así?
Jen asintió.
- Así es.
- A veces para no discutir y otras para no lastimar. Pero no es fácil. Por ejemplo, ¿qué harías tú si supieras que alguien se molestaría si le dijeras la verdad? Pero te pueden lastimar tanto la verdad como la mentira, ¿no crees?
Jen me miró con preocupación.
- Supongo que sí. Pero esto parece serio. ¿Vas a contarme de qué se trata?
Volví a vacilar, pero decidí que podía confiar en Jen. Era buena, considerando que era adulta.
- Bueno, principalmente tiene que ver con Zoom. Ya sabes que llevamos muchísimo tiempo juntos.
Jen asintió.
- Bueno, he estado tratando de terminar con él pero es muy difícil. Nunca encuentro el momento apropiado y no quiero lastimarlo. Allí es donde me cuesta decir la verdad, ¿entiendes?
Jen volvió a asentir.
- Siempre es difícil terminar con alguien.
- Entonces, ¿qué hago?
Jen interrumpió un momento su trabajo.
- En una situación así, la sinceridad es la mejor política. Tratar de proteger a alguien de la verdad puede prolongar el sufrimiento.
- Ya lo creo - la interrumpí.
- Pero tanto para él como para ti. Si la situación fuese al revés, si el quisiera terminar contigo, querrías saberlo, ¿no?
- Sí. Sin duda.
- A veces hay que ser cruel para ser bueno. Es una muestra de respeto si quieres a alguien, y es obvio que tú quieres a Zoom. Sé franca con él. Respira hondo y dile lo que sientes. De otro modo, le estarás haciendo creer que todo está bien cuando no lo está. Él también necesita poder rehacer su vida tanto como tú.
Tenía razón. Debía decirle la verdad a Zoom; no era justo ocultársela.
Jen me miraba con bondad.
- Todo saldrá bien, Cat. La vida continua.
Asentí.
- Lo sé, Tienes razón. Voy a decírselo.
En ese momento irrumpió Emma:
- A Tarzán de la selva le dolía la barriga, no encontraba un baño. Zas, demasiado tarde.
Jen y yo lanzamos una carcajada.
- Muy bonito - dijo Jen -. ¿Donde aprendiste eso? ¿En la escuela?
- No - respondió Emma -, de Joe.


...


Mientras me dirigía a la casa de Becca en bicicleta, tenía una extraña sensación en el estómago. No podía dejar de pensar en las palabras de Jen. La sinceridad es la mejor política, me había dicho y, si bien se había referido a Zoom, no podía sino pensar que no había sido sincera con papá hacía un momento. Le había mentido. A él no le entusiasmaba mucho la idea de la banda, de moco que últimamente, cuando nos juntábamos, no le contaba todos los detalles. Una mentira piadosa. Eso le habia dicho. ¿Estaba bien eso? No perjudicaba a nadie. ¿O sí? Esta cuestión de verdad versus mentira ya empieza a afectarme, pensé, mientras pedaleaba furiosamente colina arriba, hacia la casa de Becca.
Apenas llegué, Becca me llevó a su cuarto e insistió en leerme su última canción. Se imagina que va a ser compositora y no he tenido el valor de decirle que sus letras son verdadera y espectacularmente horribles.
- ¿Lista? - me preguntó, mientras me quitaba la chaqueta y me dejaba caer sobre su cama.
- - respondí, preparándome para lo inevitable. Luego pensé: no, dale una oportunidad, quizá esta vez me equivoque.
Hurgó entre el desorden habitual en su escritorio y encontró una hoja, que empezó a leer.

Conocí a un chico por aquí, Ollie es su nombre.
No puedo sacarme de la cabeza a tan lindo y simpático hombre.
Desde ese momento ya no me sentí del todo bien,
y cuando alguien lo llamó estirado, me peleé por él.
Cuando lo veo me siento feliz y cálida como en un nido,
pues creo que Ollie es el mejor chico que haya nacido.
Un día me acercaré y le diré quién soy,
y él seguramente dirá que le gusto hoy,
y ¿qué te parece si el viernes salimos los dos?

- ¿Qué te parece? - preguntó Becca, ansiosa.
- Esteee ... tal vez necesitas mejorar un poco el final.
- Hay más. Tiene un estribillo.
Ay, no, pensé. Como si alguna vez fuera a cantar esto. En público.
- Ollie, Ollie eres mi paraguas - leyó -. Me proteges cuando llueve. Ollie, Ollie, me pusiste de cabeza, ya mi mente no se mueve.
Me moría por soltar la carcajada, pero logré mantenerme seria.
- Hummm. Interesante - dije, mientras en mi mente una vocecita preguntaba si eso era una verdad a medias, una mentira piadosa o un embuste total.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

lunes, 26 de enero de 2009

De vuelta a la escuela

En el recreo, vi que Lia se quedaba atrás mientras el resto de los alumnos se abalanzaban hacia la puerta. Ollie había estado en lo cierto. No era fácil empezar en una escuela nueva, sobre todo en el noveno año, cuando ya todos se conocen. Sentí pena por ella, pues parecía un poco perdida y sola.
- ¿Sabes adónde ir? - le pregunté.
- No muy bien - respondió.
- Ven conmigo, te mostraré la escuela. Ella es Becca - agregué, cuando Becca se acercó.
Mientras le enseñábamos lo principal ( los baños, la biblioteca y los mejores sitios donde estar sin la vigilancia de los profesores ) noté que Becca se había quedado en silencio. Era extraño en ella, que casi nunca se calla.
En el patio, divisé a Zoom y Mac en un rincón, junto al cobertizo para bicicletas, y llevé a Lia a conocerlos.
Y ellos también se pusieron callados y tímidos. ¿Qué estaba pasando?
- ¿En qué año están? - les preguntó Lia.
- En el undécimo - respondieron a coro Zoom y Mac, y luego se quedaron allí, torpes y desgarbados. Entonces comprendí: estaban intimidados.
Lia era hermosa y, de alguna manera, su presencia los había vuelto estúpidos.
- Vayamos a sentarnos allá - propuse, señalando un banco libre - . Hasta luego, chicos.
Becca se quedó con ellos un momento más y, cuando Lia y yo nos sentamos, me di cuenta de que hablaban de ella.
- ¿Siempre causas ese efecto en los chicos? - le pregué.
- ¿A qué te refieres? - dijo Lia.
- Están estupefactos.
Lia los miró.
- ¿Por qué?
- Las chicas muy lindas los convierten en gelatina - expliqué, riendo.
- ¿Quién? ¿Yo? Bromeas.
Becca vino a acompañarnos y se sentó, incómoda, en el extremo del banco. Qué tontería, pensé. Tengo que romper el hielo.
- Ophelia Luna. ¿De verdad te llamas así?
- Lo sé. Es horrible, ¿no? Odio mi nombre.
- Pero es tan romántico - dijo Becca, que al fin recuperó el habla -. Como la Ophelia de Hamlet.
Lia asintió.
- Sí, la vimos en clase de literatura, en mi escuela anterior. Pero, ¿viste como terminó? Loca y ahogándose en el río. No tan romántico.
Becca se puso impaciente.
- Pues a mí me parece un personaje alucinante. Tengo el libro junto a mi cama. Dicen que yo parezco un personaje de obra de Shakespeare.
Ip, pensé. Mejor intervengo, pero Lia se me adelantó.
- Y es cierto - dijo -, pero pareces una misteriosa y bella princesa que un personaje trágico.
Becca se echó el cabello hacia atrás y pareció calmarse.
- Entonces, ¿por qué Luna? - pregunté.
- Locura de mis padres. Se quedaron en otra época y a todos nos pusieron nombres raros - respondió Lia -. Mi hermana mayor se llama Estrella, mi hermano se llams Orlando, y yo, Ophelia Luna. Un horror.
Becca se puso atenta.
- Orlando. Es un bonito nombre.
Miré a Becca. Ya me había preguntado yo cuánto tardaría en mencionarlo.
- Lo llamamos Ollie - dijo Lia.
- No me digas - respondió Becca, simulando sorpresa e inocencia - . Y ¿ qué edad tiene tu hermano? Ah, ¿y tu hermana?
- Estrella tiene veinte. Vive en Londes. Es modelo. Y Ollie tiene diecisiete. Estudia en Londres. Yo también estudiaba allá pero no me gustava. Prefiero estar en casa, por eso mamá me consiguió un lugar aquí.
Becca no permitiría distracciones.
- Pero ¿no extrañas a Ollie cuando no está? Ah, y a Estrella, claro.
No pude evitar reír por dentro. Era muy obvia, pero Lia no se había dado cuenta. No tenía por qué saber que ya sabíamos quién era Ollie.
- Sí, los echo de menos, pero Ollie viene mucho los fines de semana. Al menos una vez al mes. Y Estrella viene siempre que puede.
Ya era imposible detener a Becca.
- ¿Cómo es él?
- Normal. Ya sabes, como cualquier hermano.
- ¿Se parece a ti? - preguntó Becca, que ya se había acomodado a sus anchas en el banco.
- Más o menos, pero él tiene cabello oscuro. Pero ¿por qué te interesa tanto?
Becca suspiró y señaló los grupos de muchachos en el patio.
- Mira alrededor. Eso es todo. Los galanes locales. No es mucho.
- Mac y Zoom parecen simpáticos - observó Lia.
- Bueno, Zoom es el novio de Cat. O era. O es. ¿Ya lo hiciste?
- ¿Si hiciste qué, Cat? - preguntó Lia.
Yo no quería hablar de eso. Acababa de conocer a Lia y ya iba a concerme como la novia de Zoom. Justo lo que yo no quería.
- Terminar con él. Hace años que estamos juntos, y bueno, creo que es hora de que terminemos.
- Mira lo que le compró - dijo Becca, señalando mi pulsera.
- Es hermosa - dijo Lia -. Y ¿por qué quieres terminar con él? A mi me parece lindo.
- Sí, ¿por qué quieres terminar con él? - repitió Becca-. No acabo de entenderlo. Es taaaaan bueno. Es decir, se llevan bien, te hace regalos hermosos, es buen mozo, buena compañía ...
Tuve ganas de matarla. Ya me resultaba bastante difícil. Hasta había una vocecita en mi cabeza que no dejaba de preguntarme: ¿estás haciendo lo correcto? Tal vez estaba a punto de cometer el peor error de mi vida y nunca volvería a conocer a alguien tan encantador. Nunva volvería a tener novio. Jamás. Tanto Lia como Becca me miraban, esperando una respuesta.
Recordé una frase que había oído en la tele la noche anterior.
- Perdimos la magia - dije.
Lia asintió.
- Yo tenía un novio así en Londres. Era perfecto en todos los sentidos, pero ya no me entusiasmaba. Me aburría.
- Y ¿qué hiciste?
Lia se ruborizó.
- Temo que me acobardé y pedí a una amiga que se lo dijera.
Miré a Becca con aire esperanzador.
- Ni lo pienses, Cat. No me mires a mí. En esto estás sola. Y dime, Lia, ¿cuando viene Ollie de nuevo?
- En unas semanas - respondió Lia -. Se fue anoche. ¿Por qué? ¿Quieres concoerlo?
La cara de Becca se iluminó.
- Sí, puede ser.
- En ese caso, debo prevenirte - dijo Lia -. Ollie será mi hermano, pero es famoso por romper corazones.
- ¿En qué sentido? - preguntó Becca, que ya no intentaba disimular y, literalmente, absorbía cada palabra de Lia.
- En Londres hay un montón de chicas que lo persiguen, siempre lo llaman por teléfono. Su relación más larga duró tres semanas. Su idea del compromiso es pedirle a alguien su dirección de correo electrónico. Busca a una chica tras otra, las enamora y después las deja.
- Quizá no conoció a la chica adecuada - sugirió Becca, con aire soñador.
- Es lo que todas esperan - replicó Lia, para decepción de Becca.
- Hasta empezó ya por aquí. El otro día, dijo que había besado a una chica en la playa. Pensé: pobre chica, otra que cayó.
Ip. Mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿Sabría ella que esa chica era yo? Él me había pedido que buscara a su hermana y tal vez se lo había contado. En ese caso, Becca sabría que había sido yo.
- ¿A quién? - preguntó Becca.
Lia se encogió de hombros.
- No lo sé. Alguna chica de por aquí, supongo. Pero dijo que le había gustado y que habían conversado mucho.
Dios mío. Dios mío.
Becca me miraba con ojos de furia.
- Ehh, discúlpanos un momento, Lia; tengo que hablar de algo con Cat.
Lia miró, desconcertada, cómo Becca se ponía de pie y me hacía señas de que la siguiera.
- Ehh, vamos, Cat. Ya sabes ese, eh, proyecyo en el que estábamos trabajando. Tenemos que repasar algunas cosas.
Me puse de pie y la seguí. Ip. Ip. Deseé haberle dicho la verdad desde el comienzo.
Una vez dentro de la escuela, Becca me arrastró hasta el laboratorio de ciencias y se volvió hacia mí.
- Tú estabas allí. ¿Lo viste con alguien?
Suspiré, aliviada. Becca no había pensado automáticamente que había sido yo.
- Ehh, no. Pero sólo estuve allí un rato, ya te lo dije.
Los ojos de Becca me taladraban. Dile la verdad, pensé. Dile la verdad.
- Y ¿había alguien más? - preguntó -. Alguien con quien pueda haber conversado después de que te fuiste.
- No. Sólo una señora que tomaba café.
Me sentí como si me estuviera interrogando la policía. Juro que yo no fui.
Becca quedó pensativa.
- Pudo ser cualquiera. Porbablemente esa loquita de Megan Wilson, de décimo año. Siempre anda por Cawsand.
- Sí, tal vez. Pudo ser cualquiera.
¡Ay! Eso dolió.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins