- Becca, Cat, esperen - llamó Mac al día siguiente, mientras entrábamos a la escuela -. ¿Se enteraron de la fiesta? - preguntó.
- Sí - respondí -. ¿Vas a ir?
- Sí. Bueno, algo así. De hecho, mi mamá me pidió que hablara con ustedes dos. ¿Se acuerdan de que les conté que ella preparaba comidas elegantes para gente rica cuando vivíamos en Londres?
- Sí - dijo Becca -. ¿Y?
- Ella estará a cargo del servicio de la fiesta. Le encargaron la comida para el festejo de los Axford. ¡Para doscientas personas! Entonces necesita personal. Me pidió que les preguntara si quieren trabajar de camareras esa noche. Yo voy a hacerlo. Cincuenta libras para cada uno. ¿Qué les parece?
- ¿Quééééé? - Becca quedó boquiabierta -. ¿Jade sabe que nos estás proponiendo esto?
- Sí, de hecho fue ella quien se lo sugirió a mamá. Mamá se lo ofreció a ella también pero, bueno, ya conocen a Jade. Se cree una princesa y atender a la gente sería para ella como rebajarse. Además, creo que está invitada. Pero, oigan, cincuenta libras por trabajar una noche no está mal y podremos ver quiénes van y qué hacen y todo eso.
Becca tenía la cara de quién se entera de que ganó la lotería pero perdió el billete.
- Sí. Será muy divertido ver a Jade luciéndose con Ollie y a todo el mundo divirtiéndose mientras nosotros trabajamos en la cocina. No cuentes conmigo.
Mac parecía desconcertado.
- ¿Cuál es el problema? Cincuenta libras y un trabajo fácil. Jade dijo que te interesaría mucho.
- No me extraña - dijo Becca -. Debe haberse dado cuenta de que le mentí cuando dije que estábamos invitadas. Y ahora, ya la imagino diciendo: " Oh, a mí me invitaron y tu, pobrecita, tienes que trabajar de mesera. Tráeme otro trago, ¿quieres? "
- A mí me vendría bien el dinero, Bec - intervine -. Y tal vez, en algún momento, podría, " sin querer queriendo", derramar una bebida sobre Jade.
- A veces entiendo lo que sienten ustedes - río Mac -. Al menos no tienen que vivir con ella. Entonces, ¿qué le digo a mamá? Le dije que le avisaría. ¿Quieren hacerlo?
- Nos van a invitar - insistió Becca -. Lia es nuestra amiga.
- Y ¿qué le digo a mamá?
- Aún no lo sé - dije, mirando cómo Becca se alejaba, furiosa, a formar fila-. Es que ir como meseras no era la invitación que esperábamos.
La ley de Murphy: Lia no estaba en la fila. Tampoco en clase. Y no atendió el teléfono móvil cuando Becca la llamó por quinta vez al bajar del autobús, después de clases.
Fuimos a sentarnos sobre el muro al final de Kingsand y Becca volvió a llamar.
- Déjale un mensaje - le susurré cuando me hizo señas de que atendía el contestador, pero cortó.
- No quiero parecer desesperada - se excusó -. Sería horrible si le dijera: " ¿Y nuestras invitaciones, Lia? " y ella no tuviera intenciones de invitarnos.
- Tal vez deberíamos olvidarlo - dije -. No es el fin del mundo.
- Sí lo es - replicó Becca.
- Tienes razón, sí lo es. Doscientas personas. Va a ser una megafiesta. Dios. ¿Por qué nunca es fácil cuando uno quiere algo?
Becca asintió.
- Creo que tenemos que enfrentar los hechos. Es decir, Jade está invitada. Y Zoom está invitado. Si Lia pensara invitarnos, y nos habría llamado, ¿no crees?
- Supongo que sí. Tal vez tiene una cantidad limitada de invitaciones y ya las usó con amigos de su escuela anterior.
- Quizá no nos quiere como amigas. Digo, supongo que ella vive en otro mundo, ¿no es cierto? Tal vez cree que le haremos pasar vergüenza y que sólo podemos ir como meseras. ¿Qué crees tú?
Me encogí de hombros.
- Sería una decepción. Realmente creía que éramos amigas, pero bueno, como dice papá, hay que seguir adelante ... Ya trabajé de mesera en el pueblo y puede ser divertido.
- Pues yo nunca en la vida me sentí tan insultada - repuso Becca -. Creo que no podría hacerlo, con Jade allí.
- De acuerdo, ¿qué prefieres? ¿Que no te inviten e ir como mesera, o que no te inviten y perdértelo todo?
- Bueno, dicho así - dijo Becca -. Supongo que esos trajes de meseras pueden llegar a ser sexys.
En ese preciso momento, un bocinazo nos llamó la atención. Levantamos la vista y vimos un Ka turquesa metalizado que frenaba junto a la acera, frente a nosotras. Ollie bajó la ventanilla y nos saludó con la mano.
- Aquí están - dijo Lia, que iba en el asiento del acompañante.
Lia bajó de un salto y se acercó adonde estábamos sentadas.
- Vengo de tu casa, Becca - dijo -. Y estaba camino a la tuya, Cat. Estoy repartiendo esto.
Me puso un sobre blanco en la mano. Tenía mi nombre escrito con una letra hermosa.
- La tuya espera en tu casa, Becca. Son invitaciones para la fiesta de mi papá. Iba a traerlas hoy a la escuela, pero mi caballo se cayó esta mañana y tuve que llevarlo al veterinario para ver si estaba bien ...
Ollie estacionó el coche y se acercó a nosotras.
- Yo las diseñé - anunció con orgullo -. Lamento que las suyas lleguen tarde, pero mamá invitó tanta gente que se acabaron las invitaciones y tuvimos que encargar más. Apenas hoy llegaron de la imprenta.
Abrí el sobre y reí al ver lo que había adentro. Era una tarjeta. Tenía una foto de un vaso de whisky de cristal, pero en lugar de contener whisky con hielo, tenía una dentadura postiza con hielo. Debajo, se leía: "Ayúdame a festejar mis cincuenta años" . En el reverso figuraban todos los detalles, junto con la fecha y la dirección.
- ¿Y tu papá aprobó eso? - le pregunté.
Ollie asintió.
- Cuando termine la escuela, quiero estudiar diseño o publicidad. - Se puso detrás de mí y miró por encima de mi hombro -. Está buena, ¿no?
Asentí, sin saber qué decir. Sólo tenía conciencia de la proximidad de Ollie y su respiración suave contra mi cuello.
- Entonces, ¿vendrán? - preguntó Lia.
- Claro - respondió Becca, mirando directamente a Ollie, que se acercó y la rodeó con un brazo. Becca se puso muy colorada y, como yo, de pronto no supo qué decir.
- Y tú, Cat, ¿vendrás? - preguntó Ollie.
- Claro que sí - respondí -. Si mi papá me deja.
- Oh, practiquen una canción - pidió Lia -. Siempre tenemos nuestro show de talentos, en el que cualquiera puede subir al escenario y hacer lo que quiera. Me pareció una excelente oportunidad para mostrar la banda.
-¿Qué banda? - preguntó Ollie.
- Nos llamamos Corazón de Diamante - respondió Becca.
- Buen nombre - dijo Ollie.
- Se le ocurrió a Cat - le informó Becca, recuperando el habla -. Principalmente cantamos sobre una base instrumental, pero a veces escribo letras.
Dios mío, pensé de pronto, al recordar la última letra que había escrito: Ollie, Ollie eres mi paraguas, me proteges cuando llueve.
- Corazón de Diamante - dijo Ollie -. Lo pondré en la lista de mamá. Está armando una especie de programa para que todo el mundo sepa cuándo le toca actuar.
Luego me miró profundamente a los ojos.
- Estoy ancioso por ver tu actuación - dijo, con tono intencionado.
" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins
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