lunes, 26 de enero de 2009

Educación sexual

El domingo por la mañana, estaba en el supermercado local con Emma, haciendo algunas compras. Acababa de poner algunos huevos en el carrito cuando Emma exclamó:
- Mejor que ni papá ni los chicos se acerquen a esos o tendremos bebés y ya no hay lugar en casa.

- ¿A qué te refieres? - le pregunté.
- La otra noche lo oí decírselo a Joe. Se necesitan un huevo y un pito y después se tiene un bebé.
Reí.
- No de esta clase de huevos, Emma. Los huevos que hacen los bebés ya están dentro de tí.
Emma se miró el vientre.
- ¿Dónde?
- Esteee ... en tus ovarios. Son muy pequeñitos y los hay a montones. Ya lo entenderás. Pregúntaselo a papá cuando seas más grande.
- Pero ya soy grande - protestó - . Tengo seis años. Eso es ser muy grande. Empujé rápidamente el carrito hacia la caja y el estómago me dio un vuelco. Allí estaba OllieAxford con uno de sus amigos.
Se volvió y sonrió al verme.
- Cat - dijo.

Antes de que yo
pudiera decir nada, Emma me había alcanzado y tiró de la mano de Ollie.
- ¿Cuántos pitos tienes tú?
Ollie puso cara de sorpresa mientras su amigo reía detrás del él.

- Ehh, uno solo, la última vez que miré.
- Mi papá tiene cuatro pitos - prosiguió Emma en voz alta.
Me quería morir.
- Ella es Emma - la presenté -, la extraterrestre de la que te hablé. ¿Por qué diablos piensas que papá tiene cuatro pitos, Em?
- Se necesitra un pito y un huevo, ya te lo dije. Nosotros somos cuatro, así que papá debe tener cuatro pitos.
A esa altura, la mitad de la tienda estaba escuchando y el amigo de Ollie se moría de risa.
- Ah ... qué linda. - Ollie sonreía.
Se abrió la caja de al lado y me dirigí allá deprisa, pagué y salí huyendo.


Cuando llegué a casa, Luke me llamó al cuarto de los chicos, donde teníamos el ord
enador familiar.
- Había un correo electrónico de Zoom para ti - anunció -. Viene para aquí.
Bien, pensé. No hay mejor momento que el presente, y esta vez estaré lista. Aquel nuevo encuentro con ollie me había convencido de que era hora de terminar con Zoom. No porque quisiera conquistar a Ollie, sino porque me había recordado cómo puede una sentirse cuando alguien le gusta mucho. Deseé poder contarle toda la verdad a Becca, pero sabía que era imposible. Era la primera vez, en todos nuestros años de amistad, que no le contaba toda la verdad. Pero al menos podía sincerarme con Zoom. Al día siguiente empezaban las clases, y quería empezar de cero. Sin asuntos pendientes.
Esta vez había planeado exactamente lo que iba a decir, hasta terminar con el : " ¿Podemos seguir siendo amigos? " de rigor. Y estaba convencida de ello.
Zoom llegó mientras yo estaba guardando las compras. Traía una amplia sonrisa; obviamente se le había pasado la decepción del día anterior. Fantástico, pensé. Zoom nunca se deprime por mucho
tiempo.
Respiré hondo y me arrojé:
- Me alegra mucho que vinieras, porque quiero hablar contigo.
- De acuerdo - respondió -, pero yo primero. Yo también quiero decirte algo.
- Está bien.
Hurgó en su mochila y sacó un paquetito envuelto en papel brillante de color púrpura.

- Ayer, después que te fuiste, fui a Plymouth y te compré un regalito - dijo, mientras me
lo entregaba.
- Zoom, no debiste hacer eso - protesté. Zoom, realmente no debiste hacerlo, pensé.
- Anda, ábrelo.
Rompí el papel y encontré adentro un estuche de joyería. Contenía el brazalete de plata más hermoso. La sonrisa de Zoom se extendió de oreja a oreja.
- La vendedora me dijo que es de un sitio en Nueva York que se llama Tiffany. Verás, quería comprarte algo especial para decirte que eres la mejor amiga que alguien pueda tener. No sólo ayer, sino desde que nos conocemos. Mírala por dentro, está grabada.
Giré la pulsera y, en letras diminutas, estaba la inscripción: " Para Cat con amor " .
- Zoom, esto debe haberte costado una fortuna.
Zoom se encogió de hombros.
- Tú lo mereces. Sé lo difícil que es para ti a veces, y ayer me di cuenta de que últimamente he sido un poco egoísta, obsesionado con hacer mi curso de cine y ahorrar dinero, mientras tú aquí tienes que hacer de madre de Joe, Emma y Luke. Hace muchísimo que tienes nada nuevo y pensé: soy un cerdo, te he dejado de lado. Así que es
to es para demostrar que sí te aprecio.
- Tú ... no habrás gastado en esto el dinero de tu curso, ¿verdad?

- Podría ser - sonrió -. Pero tú lo vales, Cat. ¿Qué es un tonto curso, al fin y al cabo?

- Pero, Zoom, todo ese tiempo repartiendo periódicos ...
Zoom me tomó la mano y me miró a los ojos.

- Lo importante es tener una compañera como tú. Siempre me apoyaste cuando te necesité, me hiciste reir, escuchaste todas mis locas ideas. Quise hacer algo bueno para ti. Anda, póntela.

Aseguró la pulsera en mi muñeca.
- Te queda fabulosa - dijo, haciéndome girar la muñeca para admirarla, y luego besó suavemente la palma de mi mano - . Ahora es tu turno. ¿Qué querías decirme?
Miré el brazalete y la cara sonriente de Zoom.
- Nada importante. Algo como ¿estás listo para empezar las clases mañana?




" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

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