lunes, 26 de enero de 2009

De vuelta a la escuela

En el recreo, vi que Lia se quedaba atrás mientras el resto de los alumnos se abalanzaban hacia la puerta. Ollie había estado en lo cierto. No era fácil empezar en una escuela nueva, sobre todo en el noveno año, cuando ya todos se conocen. Sentí pena por ella, pues parecía un poco perdida y sola.
- ¿Sabes adónde ir? - le pregunté.
- No muy bien - respondió.
- Ven conmigo, te mostraré la escuela. Ella es Becca - agregué, cuando Becca se acercó.
Mientras le enseñábamos lo principal ( los baños, la biblioteca y los mejores sitios donde estar sin la vigilancia de los profesores ) noté que Becca se había quedado en silencio. Era extraño en ella, que casi nunca se calla.
En el patio, divisé a Zoom y Mac en un rincón, junto al cobertizo para bicicletas, y llevé a Lia a conocerlos.
Y ellos también se pusieron callados y tímidos. ¿Qué estaba pasando?
- ¿En qué año están? - les preguntó Lia.
- En el undécimo - respondieron a coro Zoom y Mac, y luego se quedaron allí, torpes y desgarbados. Entonces comprendí: estaban intimidados.
Lia era hermosa y, de alguna manera, su presencia los había vuelto estúpidos.
- Vayamos a sentarnos allá - propuse, señalando un banco libre - . Hasta luego, chicos.
Becca se quedó con ellos un momento más y, cuando Lia y yo nos sentamos, me di cuenta de que hablaban de ella.
- ¿Siempre causas ese efecto en los chicos? - le pregué.
- ¿A qué te refieres? - dijo Lia.
- Están estupefactos.
Lia los miró.
- ¿Por qué?
- Las chicas muy lindas los convierten en gelatina - expliqué, riendo.
- ¿Quién? ¿Yo? Bromeas.
Becca vino a acompañarnos y se sentó, incómoda, en el extremo del banco. Qué tontería, pensé. Tengo que romper el hielo.
- Ophelia Luna. ¿De verdad te llamas así?
- Lo sé. Es horrible, ¿no? Odio mi nombre.
- Pero es tan romántico - dijo Becca, que al fin recuperó el habla -. Como la Ophelia de Hamlet.
Lia asintió.
- Sí, la vimos en clase de literatura, en mi escuela anterior. Pero, ¿viste como terminó? Loca y ahogándose en el río. No tan romántico.
Becca se puso impaciente.
- Pues a mí me parece un personaje alucinante. Tengo el libro junto a mi cama. Dicen que yo parezco un personaje de obra de Shakespeare.
Ip, pensé. Mejor intervengo, pero Lia se me adelantó.
- Y es cierto - dijo -, pero pareces una misteriosa y bella princesa que un personaje trágico.
Becca se echó el cabello hacia atrás y pareció calmarse.
- Entonces, ¿por qué Luna? - pregunté.
- Locura de mis padres. Se quedaron en otra época y a todos nos pusieron nombres raros - respondió Lia -. Mi hermana mayor se llama Estrella, mi hermano se llams Orlando, y yo, Ophelia Luna. Un horror.
Becca se puso atenta.
- Orlando. Es un bonito nombre.
Miré a Becca. Ya me había preguntado yo cuánto tardaría en mencionarlo.
- Lo llamamos Ollie - dijo Lia.
- No me digas - respondió Becca, simulando sorpresa e inocencia - . Y ¿ qué edad tiene tu hermano? Ah, ¿y tu hermana?
- Estrella tiene veinte. Vive en Londes. Es modelo. Y Ollie tiene diecisiete. Estudia en Londres. Yo también estudiaba allá pero no me gustava. Prefiero estar en casa, por eso mamá me consiguió un lugar aquí.
Becca no permitiría distracciones.
- Pero ¿no extrañas a Ollie cuando no está? Ah, y a Estrella, claro.
No pude evitar reír por dentro. Era muy obvia, pero Lia no se había dado cuenta. No tenía por qué saber que ya sabíamos quién era Ollie.
- Sí, los echo de menos, pero Ollie viene mucho los fines de semana. Al menos una vez al mes. Y Estrella viene siempre que puede.
Ya era imposible detener a Becca.
- ¿Cómo es él?
- Normal. Ya sabes, como cualquier hermano.
- ¿Se parece a ti? - preguntó Becca, que ya se había acomodado a sus anchas en el banco.
- Más o menos, pero él tiene cabello oscuro. Pero ¿por qué te interesa tanto?
Becca suspiró y señaló los grupos de muchachos en el patio.
- Mira alrededor. Eso es todo. Los galanes locales. No es mucho.
- Mac y Zoom parecen simpáticos - observó Lia.
- Bueno, Zoom es el novio de Cat. O era. O es. ¿Ya lo hiciste?
- ¿Si hiciste qué, Cat? - preguntó Lia.
Yo no quería hablar de eso. Acababa de conocer a Lia y ya iba a concerme como la novia de Zoom. Justo lo que yo no quería.
- Terminar con él. Hace años que estamos juntos, y bueno, creo que es hora de que terminemos.
- Mira lo que le compró - dijo Becca, señalando mi pulsera.
- Es hermosa - dijo Lia -. Y ¿por qué quieres terminar con él? A mi me parece lindo.
- Sí, ¿por qué quieres terminar con él? - repitió Becca-. No acabo de entenderlo. Es taaaaan bueno. Es decir, se llevan bien, te hace regalos hermosos, es buen mozo, buena compañía ...
Tuve ganas de matarla. Ya me resultaba bastante difícil. Hasta había una vocecita en mi cabeza que no dejaba de preguntarme: ¿estás haciendo lo correcto? Tal vez estaba a punto de cometer el peor error de mi vida y nunca volvería a conocer a alguien tan encantador. Nunva volvería a tener novio. Jamás. Tanto Lia como Becca me miraban, esperando una respuesta.
Recordé una frase que había oído en la tele la noche anterior.
- Perdimos la magia - dije.
Lia asintió.
- Yo tenía un novio así en Londres. Era perfecto en todos los sentidos, pero ya no me entusiasmaba. Me aburría.
- Y ¿qué hiciste?
Lia se ruborizó.
- Temo que me acobardé y pedí a una amiga que se lo dijera.
Miré a Becca con aire esperanzador.
- Ni lo pienses, Cat. No me mires a mí. En esto estás sola. Y dime, Lia, ¿cuando viene Ollie de nuevo?
- En unas semanas - respondió Lia -. Se fue anoche. ¿Por qué? ¿Quieres concoerlo?
La cara de Becca se iluminó.
- Sí, puede ser.
- En ese caso, debo prevenirte - dijo Lia -. Ollie será mi hermano, pero es famoso por romper corazones.
- ¿En qué sentido? - preguntó Becca, que ya no intentaba disimular y, literalmente, absorbía cada palabra de Lia.
- En Londres hay un montón de chicas que lo persiguen, siempre lo llaman por teléfono. Su relación más larga duró tres semanas. Su idea del compromiso es pedirle a alguien su dirección de correo electrónico. Busca a una chica tras otra, las enamora y después las deja.
- Quizá no conoció a la chica adecuada - sugirió Becca, con aire soñador.
- Es lo que todas esperan - replicó Lia, para decepción de Becca.
- Hasta empezó ya por aquí. El otro día, dijo que había besado a una chica en la playa. Pensé: pobre chica, otra que cayó.
Ip. Mi corazón empezó a latir con fuerza. ¿Sabría ella que esa chica era yo? Él me había pedido que buscara a su hermana y tal vez se lo había contado. En ese caso, Becca sabría que había sido yo.
- ¿A quién? - preguntó Becca.
Lia se encogió de hombros.
- No lo sé. Alguna chica de por aquí, supongo. Pero dijo que le había gustado y que habían conversado mucho.
Dios mío. Dios mío.
Becca me miraba con ojos de furia.
- Ehh, discúlpanos un momento, Lia; tengo que hablar de algo con Cat.
Lia miró, desconcertada, cómo Becca se ponía de pie y me hacía señas de que la siguiera.
- Ehh, vamos, Cat. Ya sabes ese, eh, proyecyo en el que estábamos trabajando. Tenemos que repasar algunas cosas.
Me puse de pie y la seguí. Ip. Ip. Deseé haberle dicho la verdad desde el comienzo.
Una vez dentro de la escuela, Becca me arrastró hasta el laboratorio de ciencias y se volvió hacia mí.
- Tú estabas allí. ¿Lo viste con alguien?
Suspiré, aliviada. Becca no había pensado automáticamente que había sido yo.
- Ehh, no. Pero sólo estuve allí un rato, ya te lo dije.
Los ojos de Becca me taladraban. Dile la verdad, pensé. Dile la verdad.
- Y ¿había alguien más? - preguntó -. Alguien con quien pueda haber conversado después de que te fuiste.
- No. Sólo una señora que tomaba café.
Me sentí como si me estuviera interrogando la policía. Juro que yo no fui.
Becca quedó pensativa.
- Pudo ser cualquiera. Porbablemente esa loquita de Megan Wilson, de décimo año. Siempre anda por Cawsand.
- Sí, tal vez. Pudo ser cualquiera.
¡Ay! Eso dolió.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

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