martes, 27 de enero de 2009

Mentiras piadosas

- ¿Qué tienes, entonces? - insitió Jen -. ¿Problemas con algún muchacho? ¿Con alguna amiga?
Vacilé. En verdad necesitaba hablar con alguien sobre todos los pensamientos extraños que había tenido últimamente y, por el momento, no podía hacerlo con Becca, y papá, bueno, no era muy fácil tener una verdadera conversación con él.
- Ambas cosas - respondí -. Prométeme que no se lo dirás a nadie, ni siquiera a papá.
- Prometido.
- Estos días estoy pensando mucho en la verdad.
Jen rió.
- Ah, un problema filosófico.
Sonreí
- Algo así. A veces no decimos la verdad para proteger a alguien, ¿no es así?
Jen asintió.
- Así es.
- A veces para no discutir y otras para no lastimar. Pero no es fácil. Por ejemplo, ¿qué harías tú si supieras que alguien se molestaría si le dijeras la verdad? Pero te pueden lastimar tanto la verdad como la mentira, ¿no crees?
Jen me miró con preocupación.
- Supongo que sí. Pero esto parece serio. ¿Vas a contarme de qué se trata?
Volví a vacilar, pero decidí que podía confiar en Jen. Era buena, considerando que era adulta.
- Bueno, principalmente tiene que ver con Zoom. Ya sabes que llevamos muchísimo tiempo juntos.
Jen asintió.
- Bueno, he estado tratando de terminar con él pero es muy difícil. Nunca encuentro el momento apropiado y no quiero lastimarlo. Allí es donde me cuesta decir la verdad, ¿entiendes?
Jen volvió a asentir.
- Siempre es difícil terminar con alguien.
- Entonces, ¿qué hago?
Jen interrumpió un momento su trabajo.
- En una situación así, la sinceridad es la mejor política. Tratar de proteger a alguien de la verdad puede prolongar el sufrimiento.
- Ya lo creo - la interrumpí.
- Pero tanto para él como para ti. Si la situación fuese al revés, si el quisiera terminar contigo, querrías saberlo, ¿no?
- Sí. Sin duda.
- A veces hay que ser cruel para ser bueno. Es una muestra de respeto si quieres a alguien, y es obvio que tú quieres a Zoom. Sé franca con él. Respira hondo y dile lo que sientes. De otro modo, le estarás haciendo creer que todo está bien cuando no lo está. Él también necesita poder rehacer su vida tanto como tú.
Tenía razón. Debía decirle la verdad a Zoom; no era justo ocultársela.
Jen me miraba con bondad.
- Todo saldrá bien, Cat. La vida continua.
Asentí.
- Lo sé, Tienes razón. Voy a decírselo.
En ese momento irrumpió Emma:
- A Tarzán de la selva le dolía la barriga, no encontraba un baño. Zas, demasiado tarde.
Jen y yo lanzamos una carcajada.
- Muy bonito - dijo Jen -. ¿Donde aprendiste eso? ¿En la escuela?
- No - respondió Emma -, de Joe.


...


Mientras me dirigía a la casa de Becca en bicicleta, tenía una extraña sensación en el estómago. No podía dejar de pensar en las palabras de Jen. La sinceridad es la mejor política, me había dicho y, si bien se había referido a Zoom, no podía sino pensar que no había sido sincera con papá hacía un momento. Le había mentido. A él no le entusiasmaba mucho la idea de la banda, de moco que últimamente, cuando nos juntábamos, no le contaba todos los detalles. Una mentira piadosa. Eso le habia dicho. ¿Estaba bien eso? No perjudicaba a nadie. ¿O sí? Esta cuestión de verdad versus mentira ya empieza a afectarme, pensé, mientras pedaleaba furiosamente colina arriba, hacia la casa de Becca.
Apenas llegué, Becca me llevó a su cuarto e insistió en leerme su última canción. Se imagina que va a ser compositora y no he tenido el valor de decirle que sus letras son verdadera y espectacularmente horribles.
- ¿Lista? - me preguntó, mientras me quitaba la chaqueta y me dejaba caer sobre su cama.
- - respondí, preparándome para lo inevitable. Luego pensé: no, dale una oportunidad, quizá esta vez me equivoque.
Hurgó entre el desorden habitual en su escritorio y encontró una hoja, que empezó a leer.

Conocí a un chico por aquí, Ollie es su nombre.
No puedo sacarme de la cabeza a tan lindo y simpático hombre.
Desde ese momento ya no me sentí del todo bien,
y cuando alguien lo llamó estirado, me peleé por él.
Cuando lo veo me siento feliz y cálida como en un nido,
pues creo que Ollie es el mejor chico que haya nacido.
Un día me acercaré y le diré quién soy,
y él seguramente dirá que le gusto hoy,
y ¿qué te parece si el viernes salimos los dos?

- ¿Qué te parece? - preguntó Becca, ansiosa.
- Esteee ... tal vez necesitas mejorar un poco el final.
- Hay más. Tiene un estribillo.
Ay, no, pensé. Como si alguna vez fuera a cantar esto. En público.
- Ollie, Ollie eres mi paraguas - leyó -. Me proteges cuando llueve. Ollie, Ollie, me pusiste de cabeza, ya mi mente no se mueve.
Me moría por soltar la carcajada, pero logré mantenerme seria.
- Hummm. Interesante - dije, mientras en mi mente una vocecita preguntaba si eso era una verdad a medias, una mentira piadosa o un embuste total.


" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

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