jueves, 29 de enero de 2009

A puro Rock

Llegamos a Rock apenas pasadas las cuatro. Todas nos habíamos maquillado en el autobús y estábamos de humor para nuestro gran proyecto: encontrar chicos. Por suerte, Becca había adjudicado mi comportamiento de los últimos días a las hormonas y me había perdonado por decirle la verdad. Estaba hermosa. Era su "gran día". Hacía semanas que estaba anciosa por conocer a Ollie y había pasado la mañana entera secándose el cabello hasta que le quedó lacio y brillante como seda roja. Ella y Lia se cepillaron por última vez y bajaron del autobús.
- ¿Estoy bien? - preguntó Becca, subiéndose el top ajustado -. Tal vez no debí ponerme esto. Me hace enorme. Debería haberme puesto el top azul.
- Becca - le dije -. Te ves fabulosa. Tranquilízate.
Siempre era lo mismo. Desde que la conocía, Becca se había sentido demasiado corpulenta. Como si lo fuera. Es el caso típico de la chica que quiere ser Kate Moss cuando en realidad se parece más a Kate Winslet. Nadie está nunca conforme, pensé. Yo deseaba ser alta y con curvas como ella, y ella deseaba tener cabello lacio como yo.
- Bien, evaluemos la situación - dijo, mirando alrededor la cantidad de autos -. ¿La playa o el café?
- La playa - propuso Lia -. Mejor la aprovechamos antes de que oscurezca. Le dije a Ollie que lo veríamos en el Mariner´s Arms como a las seis y media.
- Ollie. Qué bien - dijo Jade, y se puso en marcha por el sendero angosto que conducía al mar entre arbustos de flores amarillas. Becca hizo una mueca a sus espaldas y Lia y yo reímos. Esto iba a estar interesante, pensé. Jade y Becca peleando por Ollie. Yo no, claro; me era completamente indiferente. Bueno, tampoco tanto.
Decidimos caminar por la playa y luego elegir un sitio donde sentarnos a ver pasar la vida. Había muchísima gente para esta época del año, pero supongo que todos querían aprovechar lo que podría ser el último día bonito antes de que empezara el otoño. Había gente de picnic y mirando pasar los barcos; otros, jugando frisbee o a la pelota o paseando perros. Del otro lado de la bahía, acababa de llegar un perry desde Padstow y se veían grupos de adolescentes bajando por la pasarela hacia la playa, evaluando el lugar, como nosotras, buscando algo bueno.
Lia sonrió.
- Creo que quizá tenga que ir a nadar.
- ¿Estás loca? - le pregunté. Estaba toda vestida y, aunque era un día de sol, había un viento muy fresco como para desvestirse.
- Ah ya te capto - dijo Jade -. Decididamente merece un diez.
Seguí la dirección de sus miradas y vi a un chico espectacular con traje de baño mojado, que estaba sentado con un par de binoculares.
- Yo quizá tenga que ahogarme - agregó Jade, riendo -. Ese guardavidas es divino -. Caminó con aire presuntuoso hacia donde estaba él -. Oh, sálvame, sálvame, me ahogo.
- Ojalá se ahogara - murmuró Becca, mientras el muchacho miraba a Jade y luego se volvía nuevamente hacia el mar con expresión aburrida, como si no fuese nada nuevo.
Después de nuestro paseo, Jade divisó un grupo de muchachos sentados junto a una de las embarcaciones.
- Parecen divertidos - dijo -. Vamos a sentarnos cerca de ellos.
Lia echó un vistazo y menó la cabeza.
- No me paece buena idea.
Pero Jade no le hizo caso y fue a sentarse cerca de ellos. Empezó su rutina de coqueteo acomodándose el cabello y mirándolos cada tanto.
Eran cuatro y parecían estar jugando a algo. Tenían montones de latas de cerveza y había un chico regordete con un cronómetro; cada treinta segundos aproximadamente, llenaba los vasos y todos los bebían de un trago.
Mientras terminaba el líquido de su vaso, reparó en Jade, que hacía su rutina.
- La idea es beber lo más posible sin orinar - explicó, con voz muy elegante pero arrastrando las palabras.
- Ah, muy astutos - observó Becca.
- Somos Rupert, hic, Baz, Henry y Patrick - dijo un chico rubio, al tiempo que señalaba a cada uno.
- ¿Y cual es hic? - pregunté a Lia.
- Jade, Lia, Becca y Cat - dijo Jade, que no parecía darse cuenta de que aquellos chicos estaban totalmente borrachos.
- ¿A qué escuela van? - preguntó Rupert.
- No les hagan caso - dijo Lia cuando Baz se levantó y fue a sentarse frente a ella.
La miró con los ojos completamente desenfocados.
- Oye, eres preciosa - le dijo -. ¿Quieres que te dé unos besos?
Henry se puso de pie y vino a sentarse junto a mí. Cuando se acercó, su aliento apestaba a alcohol y tuve que reclinarme para alejarme del olor. Se inclinó hacia mí y señaló hacia arriba.
- Las estrellas están en el cielo, Cat - dijo, babeando -. Recuéstate, apoya la cabeza en mi hombro y te las haré ver.
- Vámonos - dije, mientras lo empujaba; me puse de pie y me encaminé hacia la pendiente que daba a los cafés.
- Cat, Cat - exclamó Henry -. No te vayas. Sé buena.
- Qué sarta de imbéciles - dijo Becca, levantándose y siguiéndome -. Alejémonos de ellos.
Lia se puso de pie pero Jade parecía reacia a moverse. Al final no le quedó otra opción que levantarse también, puesto que todas nos estábamos alejando.
- Vengan después a nuestra fiesta en la playa - nos gritó Baz -. En Plzeath Beach. Para entrar, sólo tienen que traer un poco de alcohol o un buen par de ... - e hizo el gesto de sostenerse los pechos.
Todos empezaron a reír con sorna; de pronto, Rupert puso cara de estar a punto de vomitar. Cruzó las piernas y se abalanzó detrás de un bote.
- Tengo que mear, tengo que mear ahora ... ahhhhhh.
- Los chicos pueden ser muy estúpidos - dijo Lia -. A veces me pregunto para qué nos molestamos.
- Ah, hasta que aparece uno especial - replicó Becca -. ¿A qué hora dijiste que nos encontraríamos con Ollie?
- Como a las seis y media - respondío Lia.
- Son todas unas aguafiestas - dijo Jade cuando nos alcanzó -. Sólo se divertían.
Lia volvió a mirarlos.
- No. Conocí a chicos así en mi escuela anterior. Son todos iguales, como cortados por la misma tijera. Hasta se visten igual, como si fuera un uniforme: mocasines marrones, cinturón marrón, pantalones de gabardina y camiseta de Ralph Lauren o Tommy Hilfiger.
Me di vuelta para echarles un vistazo. Lia tenía razón. Todos estaban vestidos de la misma manera.
Jade se había ofendido.
- Me pareció que eran buenos para variar un poco y salir de lo que vemos siempre en la escuela.
- Era una pérdida de tiempo - le respondió Lia -. Su lema es " Vida y Cerveza" .
Seguimos por el camino hacia el pub. Había un grupo de muchachos mayores sentados en un muro y no pude dejar de notar que ellos también tenían el mismo uniforme. Zapatos marrones, cinturón marrón, pantalones de gabardina. Uno de ellos meneó la cabeza cuando pasamos.
- Demasiado jóvenes, demasiado jóvenes - dijo, con aire triste. Él también parecía borracho, y un momento después, se cayó de espaldas.
La acera del Mariner´s Arms bullía de adolescentes. Habría unos cincuenta allí, riendo, bebiendo, estudiándose.
- Esto es el paraíso - dijo Jade, volviendo a animarse al observar los grupos de chicos en la multitud -. Me siento como en casa. Esteee ... voy a dar una vuelta. Hasta luego.
Dicho eso, desapareció.
Becca sacó su espejo para renovar su lápiz labial.
- Dios mío - chilló -. Mi pelo. Se enruló.
Pobre Becca. Su cabello es la maldición de su vida. Personalmente creo que le sientan bien los rulos, pero ella los odia y siempre está comprando productos nuevos para mantenerlo lacio. Nunca le sirven de nada, porque apenas sale de su casa ( especialmente si hay humedad en el aire, como aquí ) recupera sus rulos naturales.
- Tengo que arreglarme antes de que veamos a Ollie - dijo -. Voy a buscar el baño. No hagan nada sin mí.
Le aseguramos que no, pero ya veíamos algunos chicos que nos miraban y se codeaban.
- Disculpa - dijo un chico de cabello oscuro que se acercó a Lia -, por casualidad, ¿tendrás calzones para prestarme?
Lia se desconcertó, pero yo estaba intrigada; nunca había oído a nadie iniciar una conversación así.
- Lo siento - le respondió Lia -. No me queda ninguno.
- Entonces, ¿me cambiarías los que tienes por los míos? - insisitió él, mientras empezaba a bajarse la cremallera de los pantalones.
- Desaparece - replicó Becca, dándole la espalda.
Luego se me acercó un chico.
- ¿Tienes una moneda de veinte? - me preguntó.
Busqué en mi bolso.
- Ehh, no ... Sólo tengo de una libra.
- Tiene que ser de veinte - dijo, sonriendo.
- ¿Por qué?
- Para llamar a tu papá y avisarle que esta noche no vuelves a casa.
- ¡Cat! - interrumpió una voz severa detrás de mí -. ¡Sabes muy bien que no puedes salir del reformatorio sin un guardia!
Di media vuelta y allí estaba Ollie.
- Ya puedes irte - le dijo al otro chico -, antes de que le dé uno de sus ataques y te mate.
El chico huyó y eché a reir, mientras Ollie me miraba, sonriendo.
- Hola, Cat - dijo.
Como siempre, estaba divino. Allí había algunos chicos bastante lindos, pero Ollie se destacaba entre todos. De pronto, el ambiente parecía haberse suavizado, como si la realidad se hubiese desdibujado un poco.
- Hola - respondí.
En ese momento, Becca reapareció en la escalera del pub. Al ver a Ollie, se puso más colorada que su cabello y avanzó entre la multitud, ruborizada como una novia camino al altar.
- Ollie, Becca, mi amiga - dijo Lia -. Becca, Ollie.
Ollie la miró con una sonrisa cautivante.
- ¿Alguna vez te dijeron que te pareces a Nicole Kidman? - le preguntó.
No podría haber dicho nada mejor, Nicole es más delgada que Kate Winslet. Becca estaba volando. Cautivada. Perdidamente seducida.
- Y yo soy Jade - ronroneó Jade, apareciendo de la nada y tomando a Ollie del brazo -. Tú debes ser el famoso Ollie Axford.



" Mentiras Inocentes " ; Cathy Hopkins

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